Ya me parecía a mí que los guardias civiles del aeropuerto de Barcelona están más al loro de lo que parece. Y encima se juntaron con agentes de la Agencia Tributaria, acaso planeando para el domingo un torneo de pádel de solteros contra casados. ¡Mal día para las fechorías!

El caso es que sospecharon de un varón de 22 años aterrizado de la República Dominicana –¿ojo clínico?, ¿protuberancia anómala?, ¿sonrisa risueña?– y le pidieron que abriese su maleta, en cuyo interior aparecieron 20.208 comprimidos de sildenafilo –dicen que Viagra–, valorados en 94.169,28 euros, según la Benemérita. Es decir, 4,66 euros por dosis –¡gratuidad ya!–, y escribo dosis sin ánimo de ofender al sindicato anónimo de víctimas de la disfunción eréctil.
Un joven interceptado en El Prat con 20.208 viagras alega que eran “para consumo propio”
–¿Y estas pastillas, caballero?
El joven respondió, según la nota de la Guardia Civil, con aplomo:
–¡Son para consumo propio!
Yo ya entiendo que la respuesta pudo ser acogida con escepticismo y aun cachondeo, pero, si respetamos la presunción de inocencia... ¿acaso no podemos estar ante un joven previsor, de vida sexual ahorrativa y carácter sensato que desea una madurez tranquila a razón de una pastilla diaria en sus próximos 55 años de vida?
Digo yo que el hombre igual lo pasa mal yendo a una farmacia a solicitar sildenafilo en lugar de dextrometorfano para los ataques de tos y, de esta forma, se ahorraba colas. Tampoco descartemos un encargo de sus abuelos y los conocidos de sus abuelos con vistas a perpetrar San Valentín –los hechos acaecieron el martes– y que el muchacho, ignorando si el efecto deseado requiere una pastilla o kilo y medio, optase por un cargamento semejante.
Cuesta imaginar que estemos ante un narcotraficante o barbaridades por el estilo. Además, ¡la Viagra no tiene ideología! Así lo ha entendido el juzgado de instrucción 3 de El Prat de Llobregat, que ha dejado en libertad al pájaro, sin relación conocida con los patos de la Ricarda, a la espera de los análisis clínicos pertinentes. Yo, por si acaso, soy partidario de que el joven reciba alguna medida de gracia –no sé yo, un indulto de Semana Santa, una amnistía–, por chistoso, rumboso o phallofriendly.