Europa busca una respuesta a Trump

Europa busca una estrategia común de defensa ante el ninguneo de Estados Unidos. Ayer, el presidente francés, Emmanuel Macron, convocó de urgencia en París a las grandes potencias europeas –antes habló por teléfono con Donald Trump– para responder a la nueva Administración republicana, que ha dinamitado los puentes con la UE con su política de aranceles y el trato de favor a Putin en su intención de negociar directamente con Moscú el final de la guerra de Ucrania. Acudieron los primeros ministros de Alemania, el Reino Unido, Polonia, Italia, España, los Países Bajos y Dinamarca, así como la cúpula de la UE, con Ursula von der Leyen y António Costa, y el secretario general de la OTAN, Mark Rutte.

Conocida la lentitud de la UE para poner en marcha una maquinaria pensada para veintisiete estados, Macron optó por una minicumbre informal que otorgaba más agilidad y rapidez al debate urgente de cómo plantar cara a las nuevas políticas implementadas por el actual inquilino de la Casa Blanca. Sin embargo, el formato elegido provocó el enojo de algunos líderes europeos excluidos de la cita. El objetivo era hacerse fuertes para exigir que Europa esté presente en una futura mesa negociadora de paz sobre Ucrania, y para ello es necesaria la unidad, lo que no parece una tarea fácil.

La cita parisina, en la que también se ha hablado de la necesidad de aumentar el gasto en defensa más allá del 2% del PIB gracias a la propuesta de una mayor flexibilidad en las reglas fiscales, es un primer paso para ver qué puede poner Europa en esa mesa para que su presencia sea necesaria. En otras palabras, qué implicación tener en las garantías de seguridad que el presidente Zelenski demanda y en qué basar esas garantías.

El posible envío de tropas a Ucrania tras la guerra divide a los líderes europeos reunidos en París

EE.UU. ha enviado a las capitales europeas un cuestionario con preguntas sobre posibles contribuciones futuras de cada país a esas garantías de seguridad, una de las cuales sería un plan para que Ucrania entre automáticamente en la OTAN en caso de clara y flagrante violación de un alto el fuego por Rusia. La intención de Washington es que Europa se limite a ocuparse de la seguridad de Ucrania tras un futuro alto el fuego, ya que no piensa aportar tropas estadounidenses a una posible misión de paz.

Ese contingente, por tanto, estaría formado solo por fuerzas euro­peas, lo que abre el debate sobre qué recursos humanos y materiales aportaría cada Estado europeo, dando por hecho que no todos tendrán el mismo nivel de implicación. De hecho, la posibilidad de crear esa fuerza de paz europea divide a los socios comunitarios. pues abre un melón para muchos considerado hasta ahora intocable. En este sentido, en un intento de ejercer de puente entre Europa y EE.UU., el premier británico, Keir Starmer, ofreció ayer enviar tropas británicas –Francia, Suecia, Bélgica y los Países Bajos tampoco lo descartan– en la posguerra de Ucrania, pese a no pertenecer el Reino Unido a la UE. Pero Polonia no está de acuerdo con esa iniciativa, y España y Alemania –Scholz calificó ayer de “muy inapropiado” debatir ese tema ahora– creen que es “demasiado pronto” para hablar de envío de soldados.

Se sabía que no va a ser fácil hallar un amplio consenso sobre ese posible envío de tropas, pero las diferencias mostradas lanzan un mensaje de debilidad de una Europa que, sin conseguir una respuesta unitaria –lo que, por otra parte, tampoco era el objetivo de esa primera reunión–, evidencia su impotencia frente a la política de hechos consumados de Trump.

El objetivo es reforzar la política de defensa y una estrategia común ante los desplantes de EE.UU.

El pasado fin de semana, el presidente Zelenski ya pidió en Munich la creación de un ejército europeo, una posibilidad harto difícil de materializar porque la defensa no es competencia de Bruselas sino de cada Estado miembro de la UE y para formar un contingente bajo el paraguas de la Unión cada país comunitario debería ceder soberanía en este campo y ver bajo qué estructura actuaría, cosa que no todos aceptan. Algunos líderes europeos predicen una ruptura absoluta entre EE.UU. y Europa, y otros argumentan que, si el continente puede dar respuesta adecuada a las demandas de Washington de aumentar su oferta de seguridad a Ucrania, la relación transatlántica puede reconstruirse y lograr que la UE esté en la mesa negociadora.

Mientras, delegaciones de EE.UU. y de Rusia, encabezadas por sus ministros de Exteriores, se reúnen hoy en Riad para restaurar las relaciones bilaterales, inexistentes desde hace tres años. Sumándose al carro de la posición estadounidense, el responsable de la diplomacia rusa, Serguéi Lavrov, dijo ayer que Europa no tiene cabida en futuras negociaciones de paz porque quiere “seguir la guerra”. Washington y Moscú quieren solucionar el conflicto ucraniano ellos solos. Mientras, Europa busca urgentemente fórmulas para no quedar al margen, lo que no será fácil.

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