Ken Martin, senador por Minnesota del Partido Demócrata (PD), ha sido designado para coordinar la oposición a Donald Trump. Martin pide que no le metan prisas para elaborar una estrategia: “Todavía nos estamos quitando los guantes”, ha declarado, cuando lo que seguramente sus votantes esperaban era que dijera que se estaba poniendo los guantes, pero los de boxeo. Y con una herradura dentro para que cada golpe no pasara desapercibido.

Volviendo a los símiles boxísticos, los demócratas están groguis tras el derechazo en el rostro que les propinó Trump en las pasadas elecciones y no acaban de reaccionar. Hay incluso quien, como el actor George Clooney, que escribió un durísimo artículo en The New York Times que retiró de la carrera electoral a Joe Biden, acaba de manifestar en el programa The late show with Stephen Colbert que “esto es la democracia y así funciona, ¿qué esperan que haga?, ¿que asalte el maldito Capitolio?”. Se agradece la postura serena de un gran consumidor de café (que excita) como es el actor, pero hubiera podido enviar un mensaje un poco mas elaborado, a la vista de la ley del más fuerte que está imponiendo el presidente de Estados Unidos.
El Partido Demócrata muestra su impotencia para dar respuesta a Trump desencadenado
Trump tiene mayoría absoluta en la Cámara de Representantes y en el Senado y un Tribunal Supremo conservador. Y el mundo mirándole, sin atreverse a pararle los pies en nada. El PD está a la espera de que alguien se mueva. Los más jóvenes y los más progresistas parecen ser los más activos, conscientes de que deben saber adaptarse a una nueva realidad. Los demócratas ni siquieran ganan en la lista de podcasts más seguidos.
Mientras no emerja un liderazgo poderoso, una estrategia inteligente y un relato novedoso en el PD, habrá que quedarse con el mensaje del representante de Illinois, Sean Casten: “Parte de nuestro trabajo en Washington es ser churchillianos, tener muy claro lo que está en juego, recordar a la gente que la mayoría de los estadounidenses son buenas personas y no dudar de que la forma de acabar con los abusos es devolver el golpe”. Dicho de otra manera, combinar el buenismo con un puñetazo al hígado (es una metáfora) porque son tiempos abonados al matonismo.