El presidente de un EE.UU. que ganó la guerra fría a la URSS considera que Rusia es una de las tres grandes potencias del mundo (la otra es China). Pero desprecia a Europa, que ayudó a ganarla. Quién sabe si piensa que Europa ha pecado al pretender competir con EE.UU. Cuando dice que la UE se formó para exprimir EE.UU. –el suyo es un término menos fino– es inevitable recordar la estrategia de Lisboa del año 2000, que expresaba el objetivo de impulsar la economía europea hacia la “economía basada en el conocimiento más competitiva y dinámica del mundo”. Trump puede estar tranquilo porque este programa fracasó y la distancia con EE.UU. es hoy mayor que entonces. Pero no lo está porque quizá detecta que no estamos totalmente muertos y podríamos reincidir. Ojalá su hostilidad nos ayude a revivir y reincidir.
Después de contemplar el espectáculo de cómo Trump y Vance han tratado a Zelenski, me parece evidente que el futuro de Europa pasa ahora por la geopolítica y por no rehuir el reto de Ucrania.
Deberíamos acelerar la adhesión de Ucrania a la UE, la forma más sólida de compromiso
Hasta el viernes pasado pensaba que un alto el fuego acordado era inminente y que el compromiso de seguridad en Ucrania quedaría en un terreno ambiguo. Pero que tendríamos unos años de margen. Rusia necesita una pausa, y Europa podría aprovecharla para preparar estructuras de defensa desconectadas de EE.UU. He dejado de creer en la inminencia del alto el fuego. Trump ha hecho un regalo a Putin de tal magnitud que como mínimo ya es seguro que no aceptará ningún acuerdo que no le conceda las cuatro provincias que se ha anexado. Ahora bien: la línea del frente parte tres. O bien las conversaciones de paz entre EE.UU. y Rusia no llegarán a ningún acuerdo o EE.UU. no será capaz de imponerlo a Ucrania y a Europa. Me temo que la guerra puede durar y que solo se afirmará un alto el fuego sobre la línea actual si Europa se vuelca con toda la fuerza que haga falta en la defensa de Ucrania. Si lo hacemos, Rusia no tendrá ninguna otra opción. Pero tomará tiempo. Si Putin sabe que Ucrania no puede contar con EE.UU., Europa tendrá que implicarse con firmeza durante meses para establecer su credibilidad. Mientras tanto la guerra continuará.
¿Levantaremos la cabeza y diremos a Trump que la humillación de Europa tiene un límite? ¿Seremos más herederos de Churchill que de Chamberlain? Un factor favorable es que no seremos los únicos en resistir a Trump. El orden jurídico internacional se ha desarrollado a lo largo de los siglos para embridar la tentación de la unilateralidad. Que es ahora la política oficial de EE.UU.: si he provisto de armas a Israel, me quedo Gaza; si lo he hecho con Ucrania, me quedo los minerales; si os he provisto con el dólar como medio de pago global, tenéis que comprar mis bonos. Son actitudes que siempre han fracasado –al menos, en las versiones más crudas–. EE.UU. es muy poderoso, pero lo era más en el momento en que se disolvió la URSS.
Más allá de lo inmediato, el compromiso de Europa con Ucrania debe ser firme a medio plazo. Como Trump sostiene, es bien cierto que si EE.UU. se convierte en un actor económico de gran peso en Ucrania, nadie se atreverá a atacarla. Pero el problema es que él no es de fiar. La garantía de seguridad no puede ser fundamentalmente norteamericana. Muy instalado en Ucrania, EE.UU. puede desestabilizar su política, sea para propiciar un gobierno más del gusto de Putin o para imponer que Ucrania no entre en la UE. Que es precisamente lo que la UE tendría que acelerar ahora, ya que es la forma más sólida de compromiso. La política anti-UE de Trump tendrá otra manifestación: querrá alejar al Reino Unido de la UE. Pero eso chocará con el hecho de que el público británico es de los más pro Ucrania de Europa. Es importante darse cuenta de que la agenda geopolítica, hoy prioritaria, implica que la UE debe fortalecerse, pero también que por encima de la UE habrá que diseñar una dirección estratégica de Europa que incluya al Reino Unido y excluya la Hungría de Orbán. Aviso: un editorial de The Economist también excluía a España por su reticencia al rearme. Conviene saberlo.
Trump le ha dicho a Zelenski que no tenía cartas. Es como decir que no cuenta con Europa o que Europa no es una carta lo bastante buena. Europa le ha de demostrar que se equivoca en las dos apreciaciones.
