El debate sobre la necesidad o no de ampliar el gasto militar no nace del capricho de unos cuantos políticos europeos. Brota por la amenaza de Rusia que ya ha desatado una guerra en Ucrania y por la decisión de Donald Trump de desentenderse de sus aliados europeos y ponerse al lado de Vladímir Putin. Durante los últimos años, Europa ha vivido protegida por el apoyo del amigo americano que era el encargado de mantener la seguridad en el Viejo Continente mediante grandes inversiones de dinero en la OTAN. El nuevo orden mundial con el que Trump ha llegado a la Casa Blanca obliga a los países europeos a hacer un replanteamiento de su estrategia para dejar de depender de los Estados Unidos.
Europa necesita autonomía empresarial y tecnológica. Miren la marca de su teléfono, la del portátil con el que trabajan, el sistema de hardware, los chips, las aplicaciones con las que hacen su hoja de cálculo o donde escriben sus textos. Es todo made in America. Igual que la mayoría de las redes sociales que controlan las intercomunicaciones personales o los motores de búsqueda. La irrupción de Trump ha llegado en el momento justo después de la agitación de las conciencias que supusieron los informes de Mario Draghi, Enrico Letta y Sauli Niinistö (este menos conocido sobre la defensa).
Soldados realizando maniobras en la base naval de Rota
Los europeos nos hemos de poner las pilas y las primeras reacciones de las autoridades de la CE son positivas. El gran problema será superar los egoísmos de los estados para poder crear grandes gigantes europeos y que un determinado país sepa renunciar a sus capacidades para beneficiar al vecino de al lado o viceversa.
Esta gran transformación se tiene que hacer sin eufemismos. La necesidad de invertir en defensa se debe explicar bien y no hacerlo a escondidas como cuando se pretende cambiar el nombre de Rearmar Europa por Preparación 2030. En este sentido, les recomiendo el artículo que escribe hoy la abogada Miriam González Durántez en su debut en nuestra sección de Opinión. Bienvenido el debate sobre la inversión en defensa, pero hablemos con claridad y sin infantilismos. No es que nos encontremos ante una gran oportunidad de crecimiento económico y tecnológico, que también, es que tampoco hay otra alternativa.

