Trump sacude el comercio mundial

El esperpéntico anuncio de la brutal imposición de aranceles a todo el mundo realizado por Donald Trump esta semana desde la Casa Blanca cambia el sistema multilateral de comercio vigente desde hace más de treinta años en la economía global. El país que preside es todavía la primera potencia económica, representa el 21% del producto interior bruto mundial (PIB), es el primer país importador de mercancías del planeta y por ello sus decisiones son determinantes. De la globalización impulsada en su día por el propio Estados Unidos, basada en el libre comercio, hemos regresado de la noche a la mañana al proteccionismo global basado en la aplicación de aranceles recíprocos entre países importadores y exportadores. Este nuevo sistema se suma a la subida general de aranceles del 10% decretada previamente por Estados Unidos, que entró en vigor ayer, y a la del 25% sobre todas las importaciones de automóviles.

Los aranceles recíprocos decretados por Trump están calculados en función del déficit comercial de cada país con Estados Unidos y tienen un carácter muy arbitrario. Van desde el 20% sobre las mercancías importadas de Europa hasta el 54% sobre las de China, ya que el nuevo 34% se suma al 20% anterior. Las represalias arancelarias que los diversos países puedan adoptar, como ha hecho ya China (13,9% del PIB mundial), comportan el inicio de una guerra comercial de enormes consecuencias, con una caída global de los intercambios que provocará el retroceso del crecimiento económico mundial, con riesgo de recesión incluso en el propio Estados Unidos, como ha dicho el banco JP Morgan. Así lo han entendido los mercados financieros de todo el mundo, con Wall Street a la cabeza, que han cerrado la semana con caídas históricas. El español, también. Acaba por tanto una etapa de crecimiento mundial sostenido y relativamente tranquilo.

El propio presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, ha admitido que el aumento de aranceles anunciado por Trump provocará un fuerte aumento de la inflación y un menor crecimiento en los próximos meses. Lo mismo teme para Europa la presidenta del BCE, Christine Lagarde.

El enfrentamiento abierto con China desata la alarma mientras la UE medita su reacción

Un grave efecto colateral del errático e informal comportamiento de Trump al frente de la Casa Blanca es la grave inseguridad jurídica que ha generado tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo. Esto tiene un impacto directo en la retracción de las decisiones de inversión, al menos temporal, lo que a su vez se traduce en menor creación de empleo y de riqueza. La misma inseguridad jurídica se ha creado en otros sectores de la sociedad americana, como el académico, hasta el punto de que los recortes de inversión en las universidades ha propiciado el inicio de una fuga de talentos de la que pretende beneficiarse la Unión Europea, incluida España.

La nueva política económica que impulsa Trump, reforzada con el apoyo de todo su equipo de asesores, es una reacción, quizás desesperada, para frenar el gran déficit comercial de Estados Unidos, que supera los 1,1 billones de dólares. Ese histórico déficit comercial que quiere reducir Trump refleja la creciente pérdida de competitividad industrial y manufacturera del país. Pero el error está en que la competitividad de un país no se combate con proteccionismo, porque esa protección consolida las ineficiencias del sistema, sino con reformas estructurales que ataquen los problemas de fondo. La fuga de talento que se ha iniciado ahondará en esa falta de competitividad.

La fuga de talentos de Estados Unidos agravará su creciente pérdida de competitividad

La supremacía económica de Estados Unidos obliga a los demás países a reorganizar su comercio internacional, adaptarse y, asimismo, tomar represalias para forzar una negociación paritaria. Los problemas para las empresas y la economía en su conjunto son grandes. Lo más preocupante de la guerra comercial iniciada por Trump es el grave enfrentamiento abierto con China, ya que puede tener diversas derivadas geopolíticas en el mundo.

La Unión Europea, por su parte, si quiere reducir al máximo el impacto de las decisiones de Trump, deberá mantener la unidad en su reacción a las agresiones comerciales sufridas. Solo de esta manera podrá ejercer la fuerza negociadora suficiente. Para eso habrá que vencer las tentaciones egoístas nacionales de cada país para negociar por su cuenta.

El presidente Trump cree que las nuevas barreras proteccionistas harán de Estados Unidos un país más fuerte y más rico, con empresas más grandes y con más empleo, una vez superados los problemas iniciales. La mayoría de las opiniones y análisis, en cambio, dicen lo contrario. Pero, mientras, la única realidad es que sus decisiones sitúan a la política y a la economía mundiales en una fase de graves turbulencias.

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