Y nos reíamos de Madrid

Fuimos la mejor ciudad del mundo. Teníamos el Park Güell, la Sagrada Família, la catedral, los búnkers del Carmel y, aunque muchos no lo descubrirían hasta mucho después, con El 47 , el parque del Turó de la Peira. Teníamos la Rambla para pasear. Y el orgullo de un paseo de Gràcia que ya empezaba a blindarse al lujo. Teníamos un transporte público justito pero eficiente. Y coches más pequeños y sitios donde aparcarlos. Hasta sin pagar, en la vía pública. Y teníamos la tranquilidad de cruzar la calle sin sustos, furgonetas de reparto y patinetes locos. Si mesas en la acera ni tranvía.

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Mané Espinosa / Propias

Gustábamos a todos. Teníamos una ciudad suave. Conocíamos los límites y no metíamos las narices en los lugares conflictivos a menos que fueran los nuestros. Y teníamos la papelería Tuset. El Boliche. El cine Comedia. No había comercios 24 horas en cada esquina. Poníamos los intermitentes y respetábamos los semáforos. No había obras a medias, ni superilles. Ni miedo al okupa. A llevar reloj. A tanto ladrón suelto.

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Ya ni siquiera Barcelona

Margarita Puig
Desafortunadamente, el robo de bicicletas es un practica que no se acaba de erradicar en España.

Éramos el ejemplo de los ejemplos hasta que decidieron, ¿por qué? pasarnos al lado oscuro. El caso de la Casa Órsola y su adjunto polvorín inmobiliario precipitó el destape de nuestras miserias urbanas. Ese tener que pasar por caja para ver nuestros monumentos. Ese asfixiarnos de asco en autobuses que ni Manolo Vital conduciría con ganas y en un metro que es un infierno. Calor, carteristas y ratas. Esas palmeras que caen, y a veces matan, y tanta procesionaria recortando bosques y parques. Y esa playa que hace tiempo, años, dejó de ser eso, una playa. Es solo tierra de todos y de nadie con la resaca permanente de turistas, gaviotas y vendedores ambulantes de trenzas, chupitos y gominolas de maría. Nos reíamos de Madrid, que se lo monta mejor en el Manzanares, y la Barceloneta ahora baila enloquecida el ¡Vaya, vaya! . Con The Refrescos.

La Barcelona que gustaba ya no existe. Lo claman las portadas y viralizan las redes. Hay que hurgar en las profundidades de los chats más subterráneos para encontrar quien defienda lo contrario. Hoy en Forocoches, en el día mundial del pene (sí, este día también existe), además de todo tipo de groserías vinculadas a la celebración más masculina circula la reflexión de un motivado que podría evitarnos el game over .

Dice que“vivir en Barcelona es como jugar la partida en modo leyenda con todos los trucos activados: mientras otras ciudades se esfuerzan por rascar algo de encanto, aquí desayunamos bañados por la luz mediterránea, pasamos frente a joyas de Gaudí camino al curro y rematamos el día con tapas frente al mar, así que cualquier otro destino parece la demo gratuita de un juego inacabado”. ¡Al loro!, pues, ¿y si no estamos tan mal? A ver qué pasa hoy en Sevilla.

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