El mundo no ha cambiado tanto desde Karl Marx. Siguen el capital y el trabajo, la plusvalía y el salario, el hombre como una mercancía. Y sigue, de otra manera, la lucha de clases, como el proletariado: no hay más ciego que el que no quiere ver. Pero ¿y la burguesía ? Podría pensarse que, si hay capitalismo, hay burguesía también. Pero a los capitalistas ya no se les llama, ni se llaman, burgueses, siendo aún la clase propietaria y dominante.

Mark Zuckerberg, Jeff Bezos,Sundar Pichai, Elon Musk, junto a familiares de Donald Trump y otros invitados en la investidura presidencial en enero pasado
Lo curioso es que se sigue hablando de la burguesía. Se ha dicho que Madrid es una ciudad de aristócratas, subsecretarios y conserjes. Y que Barcelona lo es de burgueses, comerciantes y obreros. ¿Pero hay todavía burgueses en el mundo? Todos dicen hoy ser de clase media. Entonces ¿a qué viene hablar de la burguesía? Ser burgués es o era un modo de concebirse a sí mismo y de comportarse. Es posible ser burgués y no ser rico. Ser aristócrata y no pertenecer a la nobleza. Mostrar realeza y no ser rey.
A los capitalistas ya no se les llama, ni se llaman, burgueses, siendo aún la clase propietaria y dominante
Son formas de distinción independientes de la cuna o la suerte. Y la distinción se gana, no se hereda, como linaje o capital. El estatus, de nacimiento o ganado, no siempre conlleva lo propio de él. Un burgués de hoy suele ser rico y nada más. Si no tiene la distinción, es decir, conciencia y modos, por más que juegue al golf no es un burgués. O se ha olvidado de su clase o apellidos o es un nuevo rico.
Antes, los banqueros leían y los dirigentes podían hablar de arte. La burguesía ha venido a menos y le quedan cada vez menos muestras. En Barcelona, financió exposiciones universales, el modernismo, el Ateneu, el Palau y el Liceu; pero tuvo ya bastante con levantar el Camp Nou. Ahora ni siquiera invierte en ciencia y cultura, excepto cuatro apellidos. Hubo un Proust que describió el final de la aristocracia. Puede haber otro que lo haga con el de la burguesía como forma de ser y comportarse. El filósofo Sartre, por ejemplo, que se decía revolucionario, se reconocía a sí mismo burgués.
Porque uno vista bien, guste de la ópera o fume un habano en la sobremesa ya se le tacha de burgués, aunque sea un empleado y vote socialista. Eso revela lo poco que se sabe de la burguesía histórica. Tipos como Trump, Musk o Milei son hoy la prueba de que el capitalismo sigue tan vivo o más como en tiempos de Marx, pero en perfecta decadencia de la mejor cultura burguesa y liberal. Es cierto que la distinción no hace al capitalista menos explotador, pero sí más civilizado y negociador. De un tal Planàs de antaño se decía: “Dinero y nada más”.