Carles Puigdemont no acaba de encontrar la manera de convertir a Junts en esta herramienta útil, no solo de la política de este país, sino también del empresariado, como fue en su día CDC. No es fácil dar respuesta a los retos de la sociedad catalana desde Waterloo, donde la amnistía aprobada por el Gobierno de Pedro Sánchez no termina de hacerse efectiva por la estrategia del Tribunal Supremo, que intenta retrasar al máximo su aplicación, llevando el caso al TJUE, con lo que conseguirá demorar un año y medio su regreso, aunque el Constitucional dé luz verde a la medida. Al final, se habrá pasado diez años en Bélgica, así que la Catalunya que encontrará es muy distinta de la que dejó.
Puigdemont es un símbolo potente para el independentismo, pero también un problema a la hora de reconstruir una fuerza política estable. Por más que se lo expliquen sus colaboradores, le falta la visión directa de la realidad. Waterloo tiene algo de la aldea de la Galia, de fortaleza resistente de Astérix, pero sin la marmita del druida para devolverle la fuerza.
Por todo ello, hay decisiones que no se entienden, como que Junts quedara fuera de Pacte per la Llengua que se formalizó esta semana, para no “blanquear el Govern” de Salvador Illa, como si se tratara de unos impostores que le hubieran arrebatado algo que era suyo. ERC respondió que dejara de hacer politiqueo con la lengua, que con el catalán no se juega. En la presentación del pacto estaba Jordi Pujol en las primeras filas.
Los empresarios catalanes confían en conseguir que Junts vuelva a sus orígenes. Los presidentes de Foment y de Pimec son habituales en Waterloo. Luego no se explican que el consejero de Junts en la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia votara a favor de la opa del BBVA, cuando habían pactado lo contrario. Por su parte, Jaume Guardiola, presidente del Cercle, mostró su voluntad de que el PSC se acerque a partidos situados en la centralidad política, en el cierre de sus jornadas. Le faltó tiempo a Puigdemont para proclamar que “ahora aquellos que tanto han aplaudido al Govern por el regreso a la normalidad quieren que les tranquilicemos”. Pues nada, a seguir de los nervios.
