A petición del Departament de Salut de la Generalitat, el Comité de Bioètica de Catalunya acaba de publicar un informe sobre gestación subrogada, que recomienda su legalización “altruista”. Un documento sumamente persuasivo… a condición de creer en los unicornios.
Que es fácil. Ya se sabe que las mujeres son de por sí, ¡tan buenas!, ¡tan sacrificadas!... ¿Cómo no van a estar deseando soportar visitas médicas, pinchazos, náuseas, varices, estrías, riesgo de hipertensión o diabetes, los dolores agudísimos de las contracciones, quizá una cesárea, con su cicatriz para toda la vida, y un posparto (sin bebé)… para hacer un regalo a unos desconocidos? ¡Un aplauso para los unicornios!

¡Alto ahí!, me dirán ustedes. ¡Los unicornios existen! Son esos de los que hablaba Miguel Bosé, llamándoles “hornitos”: “Estos hornitos son gentes muy creyentes que han dado la oportunidad a personas como yo de tener una familia”. Bien, si hay 8.000 millones de seres humanos y la mitad son mujeres, entre 4.000 millones habrá de todo, incluidos “hornitos”. Pero ¿tantas como para justificar una ley?...
Por si acaso, el comité prevé que la gestación “altruista” sea “con compensación económica”. Pero ¡nada de “compraventa de personas”! ¡Dios nos libre! “Compensar a la gestante por su esfuerzo”, explica el comité (gestación subrogada para dummies), “no se puede considerar precio”. Claro, ¿a quién se le ocurre llamar “precio del pan” a la compensación al panadero?
El comité prevé que la gestación “altruista” sea “con compensación económica”
¿Les preocupa a ustedes que, por esta vía, “se acabe considerando el hecho reproductivo como un contrato asimilable a cualquier contrato laboral”? Un contrato que sería un último recurso para mujeres sin más capital que su útero, y para quien paga (perdón: “compensa”), un negocio redondo: los poderes públicos, sermonea el comité, deberán “impedir que las compensaciones a las gestantes vayan más allá de lo meramente compensatorio”.
Traduzco: “altruista” significa mileurista. Y para evitar que esto sea un contrato como cualquier otro, el comité fija unos “criterios de acceso” muy estrictos. Solo tendrán derecho a recurrir a una gestante quienes no puedan gestar por padecer el síndrome de Rokitansky… o ser hombres... o quieran “evitar los riesgos del embarazo”… o “priorizar su carrera profesional o su estilo de vida”.
Esto, en fin, proponen los expertos en ética: que quienes puedan se ahorren los riesgos para su salud, o el de no poder llevar bikini, que para eso están las pobres. Perdón, los unicornios.