Persecución al tabaco

Nuevas restricciones al consumo de tabaco, impulsadas por el Ministerio de Sanidad, propuesta aún no firme. Terrazas de hostelería, paradas de bus, campus universitarios o discotecas al aire libre serían nuevos espacios vedados al tabaco.

Este tema provoca siempre un gran debate social que, milagrosamente, suele quedar en nada. De los 100.000 bares y restaurantes que iban a cerrar con la primera prohibición estricta hasta los millones de puestos de trabajo que perder, estas amenazas apocalípticas alejan el escenario real de la disputa: la que confronta a los fumadores, que se sienten cada vez más acorralados y estigmatizados, y el colectivo médico y buena parte de los no fumadores que quieren seguir dificultando su consumo.

Una joven fuma y lee su movil en las inmediaciones del colegio Pia Balmes, que la nueva normativa del Govern convertirá en espacio libre de humo, a 23 de septiembre de 2022, en Barcelona, Catalunya (España). La nueva normativa consiste en convertir terrazas, entradas y salidas de centros escolares y paradas de autobús, en ‘espacios libres de humo’. Además, la medida responde al estancamiento en la bajada de personas fumadoras. Además, la Generalitat tiene previsto ofrecer a partir de enero de 2023 sustitutivos gratuitos de nicotina a las personas con rentas inferiores a 18.000 euros que quieran dejar de fumar.

 

David Zorrakino - Europa Press / Europa Press

Fumar mata y provoca graves problemas de salud. Este es un hecho inapelable y reconocido. Pero, a diferencia del resto de las drogas, el tabaco tiene dos particularidades únicas. La más importante es que se trata de la única droga que puede matar y enfermar a los que no la consumen. Solo con convivir con un fumador o estar expuesto al humo del tabaco es suficiente para ello. Este es un apartado a menudo negligido por los fumadores que quieren defender sus derechos y su libertad: su ejercicio puede afectar gravemente a los espectadores más cercanos.

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La segunda excepcionalidad, compartida con el alcohol, es que se trata de una sustancia totalmente legal y fuertemente gravada con altísimos impuestos. Es cierto que no son suficientes para cubrir los gastos sanitarios que provoca el tabaquismo, pero no lo es menos que hay un punto de hipocresía en los gobiernos que combaten encarnizadamente el consumo, pero permiten y se benefician de la venta.

Veremos qué recorrido tiene esta reforma legal propuesta por Sanidad a la que se le ha caído por el camino un apartado crucial: que el Ministerio de Hacienda permitiera una drástica subida del precio de la cajetilla, quizás hasta los 12 euros propuestos por los médicos. Esto lo equipararía con los demás países europeos y acabaría con las colas de franceses que cruzan la frontera para hacer provisión y negocio. Sin esta medida, el resto puede ser útil, pero solo agua de borrajas.

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