La invasión rusa de Ucrania, tras el ensayo general que supuso la anexión de Crimea, despertó a Occidente y nos sumergió en una pesadilla de la que aún no hemos despertado. Las llanuras de sangre, así han sido llamadas en ocasiones esas tierras de nuevo en violenta disputa. Mientras tanto, la guerra de Sudán permanece fuera de foco. Y solo ahora empieza a hacerse evidente y generalizado que el comportamiento del ejército israelí en la franja de Gaza es totalmente inaceptable y un escándalo moral.

Irlanda y España, a través de sus gobiernos, alzaron la voz hace ya más de quince meses, junto con Sudáfrica, pero pocos acompañaron entonces el reproche. Es más, nuestro Partido Popular llegó a acusar al presidente del Gobierno de ser ya no recuerdo si solo amigo o directamente cómplice de los terroristas de Hamas.
Nada puede justificar las barbaridades y los crímenes de guerra que estamos viendo
Ucrania fue invadida militarmente por un agresor claro, que decidió prescindir del derecho internacional. La guerra en Gaza se desató tras los atroces actos de Hamas perpetrados el 7 de octubre del 2023. Eso, seamos claros, dio un margen y un plus de legitimidad a la venganza de Israel. Pero el nivel de degradación de la mera condición humana al que están llevando a los habitantes de la franja ha sobrepasado hace mucho cualquier límite de lo tolerable. Nada puede justificar las barbaridades y los crímenes de guerra que estamos viendo.
La ciudad de Gaza y su puerto han sido objeto de guerras casi sin fin. Filisteos, asirios, egipcios, babilonios y persas fueron sucediéndose, a veces cambiando de aliados o de reyes tutelares, en el dominio de la ciudad. Alejandro Magno también la conquistó y luego cayó bajo el poderoso influjo de Roma primero y después de Constantinopla. Helenismo, neoplatonismo y judaísmo se entrecruzaban en una urbe en la que se levantaban y destruían templos según el momento histórico y el poder de turno. Los cruzados y los musulmanes se la disputaron y también fue parte del imperio otomano y del británico.
Antes, en 1799, el mismísimo Napoleón había tomado una ciudad que hoy solo son ruinas. Nada puede devolver la vida a los muertos, pero es imperativo decir basta a esta masacre de los que aún siguen ahí, atrapados entre el mar y las bombas. En Gaza están asesinando también nuestra conciencia.