Milei y ‘El eternauta’

Nunca me ha gustado la ciencia ficción. Tampoco las películas o los libros de género fantástico; me leí la trilogía de Tolkien en el instituto no porque me gustara, que no me gustó nada, sino porque era lo que se llevaba y no quería sentirme marginada (¡bendita madurez!). Sin embargo, les recomiendo la serie de Netflix, El eternauta, que adapta el cómic que Oesterheld –después un desaparecido– escribió en Buenos Aires a finales de los años cincuenta. Además de la magnífica producción e interpretación –¡qué grande es Darín!–, consiguen agrandar la potencia de su mensaje político: lo viejo funciona, nadie se salva solo, ¿cómo gestamos al héroe colectivo?

En una entrevista promocional, Darín criticó la difícil situación que experimentan muchos argentinos con un ejemplo sobre el alto precio de las empanadas. La crítica no se hizo esperar y vino en forma de memes sobre la serie, desprecio, burlas y ataques directos del mismo Javier Milei y de Luis Caputo. Este matonismo de primo de Zumosol que practican tantos líderes hoy en día, empezando por Trump. ¡Ay de esos tiempos en los que criticar a quien ostenta el poder daba pedigrí democrático y no miedo a ser lapidado en la plaza pública!

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TOMAS CUESTA / AFP

Tenemos que agradecer al éxito global de la serie y a la figura de Darín que este episodio de bochorno democrático fuera reportado por medios internacionales, alguno español inclusive. Me cuesta entender cómo no supimos nada de un episodio muchísimo más grave. El sábado antes de las elecciones para la ciudad de Buenos Aires­ circuló un vídeo, hecho con inteligencia artificial, en el que Macri anunciaba que su candidata, Silvia Lospennato, abandonaba la elección e indicaba a sus partidarios que votaran a Manuel Adorni, del partido de Milei. Aunque al rato lo desmintieron, calculan que miles de personas cambiaron de voto y contribuyeron a la victoria de Adorni.

Milei no negó la vinculación con los autores del vídeo ni anunció una investigación, pero sí reprodujo en X: “La gente que llora por un vídeo gracioso en Twitter no puede gobernar el país, ni la ciudad, ni sus propias emociones. Jubílense de una vez”. Al día siguiente reforzó el concepto: Macri “está hecho un llorón, está muy de cristal”.

Amenaza (legal o ilegal), burla (magnificada en redes) y luego minimizar el hecho. Ese es el método. El resultado: ganó la ciudad, dobló el brazo al macrismo para concurrir juntos en las próximas elecciones a la provincia que es feudo histórico del peronismo, donde seguramente, tras el anuncio de que Cristina Kirchner será candidata, también ganará.

Milei se dedica a inflación, seguridad y batalla cultural; ignora el resto y amenaza a quien le chista

No creo que haga falta que les explique la gravedad de lo que pasó ni los peligros a los que se exponen nuestras democracias. Tampoco que filosofe demasiado sobre el uso de la burla desde el poder. Ni sobre las amenazas destinadas a que los ciudadanos se autocensuren. El relato se parecería más a una película de terror, macabra, de esas que ya no me gustaban ni de joven.

A Milei le va a ir bien y me atrevo a pronosticar que saldrá vencedor de las próximas contiendas electorales. Se dedica a tres temas clave: inflación, seguridad y batalla cultural; ignora el resto y amenaza (o cosas peores) a quien le chista. Cabalga en la contundencia infantiloide de ofrecer una sola solución e ignora que justamente el interés general trata de gobernar en equilibrio un conjunto de intereses tan legítimos como contradictorios. Le pasa algo parecido a Bukele en El Salvador con la seguridad. Monotemas que acaban reduciendo los países a plebiscitos y matan la democracia.

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Los argentinos le bancan (como dicen ellos) porque están hartos de años de polarización, parálisis de reformas y aluminosis institucional. Y aunque puedo entender el hartazgo, me preocupa que ignoremos lo que supone y que hayamos dejado de hablar de él. Estuve en Argentina hace pocas semanas. Un amigo me dijo: bienvenida a vuestro futuro. Preocúpense y, los que deban, ocúpense.

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