Un partido conservador necesario

Un partido conservador que se respete a sí mismo es hoy más necesario que nunca en España. La razón es clara: tras siete años en el poder, el Gobierno de Pedro Sánchez muestra signos claros de una honda crisis. Lo que no implica su caída. Dada la idiosincrasia del presidente, este aguantará a su manera hasta el fin de la legislatura, en el año 2027. Sin perdonar ni un solo día. Y es posible que, durante este tiempo, la agonía sea devastadora. Así las cosas, ¿qué han de hacer los conservadores españoles durante este largo periodo de desguace del Estado, corrupción rampante y chulería borde?

Una primera respuesta la dio hace poco el líder popular: no presenta una moción de censura por no disponer de votos para ser investido y, en su lugar, convoca una manifestación de protesta contra el Gobierno. Justo lo contrario, a mi juicio, de lo que debería hacerse, a saber: 1) No convocar ninguna manifestación, por ser una prueba de impotencia, es decir, un pataleo. 2) Presentar una moción de censura para decirles a todos los españoles, más allá del envilecido Congreso actual, cual es el estado real de la nación, es decir, de España.

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Chema Moya / Efe

Y, concretando su diagnóstico sobre:

a) Los temas (las “cosas”, que decía Ortega) más acuciantes, que afectan al día a día y al inmediato futuro de los ciudadanos, prescindiendo de todo tipo de referencia a conductas, escándalos, corrupciones y demás episodios chungos, cuya explicación debería dejarse en exclusiva al Gobierno y a la mayoría nacional-populista que lo apoya.

B) El solapado desguace del Estado y el menoscabo de España como nación, de resultas de los pactos del presidente Sánchez con los nacionalistas catalanes y vascos, que solo persiguen dos objetivos: Arrancar cuantas más competencias del Estado puedan, hasta dejar reducida su presencia en Catalunya y el País Vasco a la nada. Y Humillar al Estado y despreciar a España, con la insidia y el desgarro de un enemigo cerril, que busca la ruina del otro movido por el odio.

Son los conservadores quienes deberían tomar la iniciativa de recuperar las formas

Se objetará que esta moción está perdida desde antes de presentarse. Cierto. Y el líder popular debería admitirlo así al comenzar la intervención en su defensa, añadiendo acto seguido que lo único que pretende es presentar un programa de gobierno alternativo, que fije ante todo el país la postura de la España conservadora, que, sin anclarse en el pasado, rechaza unas concretas políticas populistas y sectarias del Gobierno, así como la actual deriva confederal del Estado, el entreguismo del Gobierno a los nacionalistas, el menoscabo de la ley, la erosión de las instituciones y la permanente tolerancia ante las continuas afrentas al decoro del Estado por los separatistas.

Este comportamiento elusivo de la vomitiva confrontación cainita que impera en la vida pública española debería extenderse al Congreso y al Senado. No puede repetirse indefinidamente el penoso espectáculo semanal de un intercambio de agresiones verbales. Dijo el general Cabanellas, el verano de 1936: “En este país (España), alguien tiene que dejar de fusilar alguna vez”. Pues bien, ya hemos dejado de fusilar, por lo que ha llegado el momento de que alguien deje ya de insultar alguna vez. Pero la mayoría progresista, henchida de la superioridad moral que la izquierda se otorga a sí misma con largueza, no va a dejar de fustigar “a la extrema derecha y la derecha extrema”, es decir, a la fachosfera , porque en ello funda hoy, aunque sea bien triste, su pretendida superioridad moral.

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Por tanto, son los conservadores quienes deberían tomar la iniciativa de recuperar las formas (todas las formas: las sociales y, sobre todo, las legales) por una razón profunda: porque el respeto de las formas es la última garantía de acertar en el fondo. Aunque los que “son más” persistan en su torpe desvarío.

El debate político en España ha caído, por culpa de sus actores, en una cloaca de descrédito, desvergüenza y deshonor. Hay que salir de esta pocilga donde hozan las y los peores. El primero que acierte a hacerlo jugará con ventaja. Es la gran ocasión de los conservadores.

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