Descubrí a Adriano Olivetti leyendo Léxico familiar de Natalia Ginzburg. Obviamente sabía que Olivetti era el famoso empresario de las máquinas de escribir. Pero desconocía qué tipo de empresario había sido. En Léxico familiar, la obra maestra de Ginzburg en la que repasa su vida mostrando la Italia antifascista y comprometida, Adriano, casado con su hermana, aparece en diversas ocasiones. Fiel a su filosofía empresarial y política, el industrial construyó en Ivrea la Ciudad Olivetti, declarada patrimonio de la humanidad en el 2018. La Ciudad Olivetti, de gran belleza arquitectónica, incluía la fábrica, museos, guarderías, edificios de viviendas para los trabajadores y zonas verdes.
Olivetti ligaba su destino a la calidad de vida de sus trabajadores, ambos guiados por el progreso común. Comprendió a mediados del siglo XX lo que Enrico Letta, en su informe sobre el futuro del mercado único europeo, ha denominado “el derecho a quedarse”. Letta argumenta que, junto con la libertad de moverse, se debe defender también la libertad de quedarse: no tener que emigrar de tu país por falta de oportunidades o de la ciudad en la que vives porque no hay vivienda asequible.
Se podría decir que el derecho a quedarse es una declinación del derecho a la vivienda basada en la competitividad. Letta entiende que si los trabajadores no pueden pagarse un alquiler, el malestar social no hará más que crecer. El derecho a quedarse nos señala que la batalla por el derecho a la vivienda no atañe solo a gobiernos, ciudadanos y movimientos sociales, sino que afecta directamente a los empresarios: no habrá progreso si los trabajadores esenciales o esos investigadores que queremos captar de Estados Unidos no pueden pagarse un techo donde vivir.
La crisis de la vivienda es un obús a la cohesión social y requiere compromiso empresarial
La crisis de la vivienda es un obús a la cohesión social y también una gran amenaza a la competitividad de la economía. Requiere pues del compromiso de todos, también de la clase empresarial.
Un último apunte: cuando empecé Económicas, nos explicaron que cuando hay un fallo de mercado, el Estado debe intervenir. En la crisis de la vivienda el fallo de mercado es clamoroso: hace falta intervención para incrementar la oferta y regulación para controlar los precios y frenar la especulación. No se fíen de quienes abogan por la desregulación. Debieron de saltarse clases en primero de carrera.
