Opiniones o certezas

Julio Caro Baroja expresó hace tiempo: “A la gente que trata de imponer sus convicciones a otros habría que decirle que está bien que crea, pero poco, y en todo caso, sin molestar”. A veces el entorno en el que vivimos es irrespirable por uno de los dos excesos más frecuentes: la polarizada situación de vivir rodeados de personas con certezas que a veces intentan aplastar al otro, y su contraparte, gente con unas dudas más o menos fundadas y a veces tan angustiosas que vacían la sección de ansiolíticos de todas las farmacias.

OVIEDO (ESPAÑA), 17/05/2025.- Cientos de niños de distintos colegios de la ciudad participan en el torneo escolar Pequeños Gigantes 2025 en la plaza de la catedral de Oviedo este sábado durante los actos en la ciudad por su candidatura a ciudad europea del deporte 2026. EFE/Paco Paredes

 

Paco Paredes/Efe

¿Podríamos introducir un poco de humanidad y ciencia que admita –siempre que la situación no sea trágica– un poco de datos contrastados, que se interpreten con solvencia y algo de sentido del humor? Recordemos la broma sobre la diferencia entre un filósofo y un científico: decía el periodista que el primero trabaja con papel y lápiz. El segundo, con papel, lápiz y papelera. Tendríamos que utilizar más papeleras a veces.

Cuando todo vale, soltado a bocajarro y sin pedir ni ejercer responsabilidades, no hay ni organización ni convivencia posible

Necesitamos humanismo, prudencia y ciencia, porque, cuando todo vale –soltado a bocajarro y sin pedir ni ejercer responsabilidades– no hay ni organización ni convivencia posible.

¿Cómo podríamos convivir mejor? Deberíamos intentar buscar una alianza entre virtud y conocimiento. Para ello, ¿podríamos dejar de separar artificialmente ciencias y letras? Creo que toca saber leer e interpretar, porque sin lectura reposada no hay formación de criterio posible. También debemos conocer la ciencia, al menos la básica, aquella que permite basarnos en evidencias, para elaborar e interpretar datos. Ambas cosas son necesarias porque, a veces, sobran opiniones.

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Algunos supuestos científicos circulan conduciendo la apisonadora de la pseudociencia. Dentro de poco, habrá iluminados que opinarán sobre la ley de la gravedad olvidando aquella frase certera de Daniel Patrick Moynihan, periodista de The Washington Post, quien en 1983 dijo que “cada uno tiene derecho a su propia opinión, pero no a sus propios hechos”. Si los terraplanistas, en su afán de ocupar más espacios de opinión, empiezan a dudar de la ley de la gravedad, que lo demuestren saltando desde un ático para probar el poder de sus opiniones.

Dante, en el canto XXVI del Infierno de la Divina Comedia nos exhorta, vía Ulises: “Considerad, seguid vuestra ascendencia: para vida animal no habéis nacido, sino para adquirir virtud y ciencia”. Ulises anima a sus compañeros –entre los que debemos incluirnos– a seguir explorando el mundo en busca de conocimiento, porque no hemos sido creados para vivir como bestias, sino para perseguir la virtud y el saber.

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