La guerra entre Israel e Irán se ha intensificado en las
últimas horas con bombardeos en sus dos capitales.
El enésimo ejercicio de optimismo vacuo de Donald Trump de que iba a lograr un acuerdo de paz entre los dos países suena igual de superficial que el que repite sobre el conflicto entre Rusia y Ucrania. La clave está en que Israel cree que se dan las condiciones para acabar con la amenaza nuclear que puede suponer el régimen de los ayatolás y está forzando su máquina militar para lograrlo.

Teheran en llamas tras ser alcanzado un depósito de gasolina por los bombardeos de Israel
Beniamin Netanyahu no tiene quien le frene y se cree con la autoridad moral para acabar con todos los enemigos de Israel. Lo está haciendo con Hamas en Gaza y Cisjordania, con Hizbulah en Líbano y ahora con Irán. Cuenta con la ventaja de que el Gobierno iraní está muy solo. Ni Turquía ni los países árabes del Golfo van a mover un dedo para ayudarlo, y tampoco cuenta con Siria, donde el nuevo hombre fuerte del país, el presidente Ahmed el Sharaa, se ha puesto de perfil y no quiere tener problemas con Israel.
Ahora bien, Irán no es un enemigo pequeño. Los ciudadanos israelíes lo están comprobando estos días al ver como muchas de sus principales ciudades están siendo atacadas con fuertes bombardeos porque Irán dispone de un imponente arsenal de armas hipersónicas que burlan la famosa Cúpula de Hierro, el escudo antimisiles de Israel.
Y, al mismo tiempo, pese a la debilidad que puede mostrar el régimen iraní, sus instalaciones nucleares están en lugares subterráneos de muy difícil localización, incluso para la inteligencia militar israelí. Derrotar a Irán no parece ser una tarea sencilla. Otra cosa es provocar una revuelta de su población y que lleve a la caída de los ayatolás. Ahí radica la obsesión de Netanyahu de intentar acabar con la vida del líder supremo, Ali Jamenei, tal como reconoció ayer públicamente en una entrevista a ABC News.
Está por ver si la muerte de Jamenei supondría el fin del régimen. También podría suceder todo lo contrario: que los bombardeos de Irán causen más víctimas mortales en Israel y sus ciudadanos sean quienes se acaben cansando de tanta cruzada bélica de Netanyahu. Veremos cómo acaba todo.