El desarme marcaba las cumbres internacionales de la guerra fría. Desde Jruschov a Brézhnev y desde Eisenhower a Reagan las agendas se centraban en cómo controlar y reducir los arsenales nucleares y el potencial militar mutuos. Se manejaba el concepto de destrucción mutua asegurada. Si uno de los dos disparaba primero, el espectro apocalíptico aparecía en el horizonte mental del mundo.
Nada hacía sospechar que treinta años después, Europa y Estados Unidos volverían a poner el rearme en el primer punto del día de las relaciones entre aliados.

Rusia despertó de su humillación y China se convirtió en un gigante económico y en una potencia militar. Las circunstancias cambiaron con las ansias imperiales del Kremlin y con la ampliación del espacio OTAN a los países que habían formado parte del bloque soviético.
Trump se ha desvinculado de la política de alianzas y usa el lenguaje de la fuerza
La anexión de Crimea y la invasión de Ucrania abrían el escenario de la guerra en Europa, que ha vivido durante años bajo el paraguas militar de Estados Unidos. Las elecciones de Donald Trump en 2016 y en 2024 se presentaron como dos mandatos de un cierto desentendimiento de los compromisos de defensa y se han convertido en la era de mayor rearme del último medio siglo.
Israel aprovechó la provocación de Hamás asesinando a 1.200 judíos el 7 de octubre de 2023 y desató una guerra desproporcionada sobre Gaza que todavía perdura. Estimaciones no desmentidas hablan de 55.000 palestinos muertos por el ejército hebreo. Se ha destruido Hezbollah y se ha machacado militarmente Gaza.
Netanyahu abrió el frente iraní con la ayuda política y militar de Donald Trump, destruyendo parte de los proyectos nucleares del régimen de los ayatolás. El poderío bélico de Estados Unidos e Israel es imbatible por ahora. El lenguaje de la fuerza pasa por encima del poder blando.
Pedro Sánchez no está en la ecuación. Porque no tiene la fuerza interior ni los aliados exteriores. Trump quiere aumentar y controlar el rearme occidental y Europa ha aprobado, arrastrando los pies, un aumento de los gastos en defensa hasta el 5% de su PIB hasta 2035. La Europa social pasa a segundo término. Es un momento incierto y peligroso. La guerra, en cualquiera de sus variables, no es una fantasía.