El Orgullo desafía a Orbán

Decenas de miles de húngaros desfilaron ayer de modo festivo y reivindicativo por las calles de Budapest en la marcha del Orgullo y a favor de los derechos de las personas LGTBIQ+. Una marcha organizada por el Ayuntamiento de la ciudad, cuyo alcalde, Gergely Karácsony, ecologista, decidió asumir el desfile como un evento municipal para así protegerlo de la prohibición dictada por la policía. Un veto basado en una enmienda parlamentaria a la ley sobre el derecho de reunión, que en la práctica se traduce en una prohibición de este tipo de manifestaciones con el argumento de proteger a los menores de edad.

Prácticamente con el mismo recorrido que la manifestación del Orgullo, organizaciones y partidos de extrema derecha convocaron concentraciones contrarias para boicotear la marcha del colectivo LGTBIQ+. El primer ministro Viktor Orbán quiso evitar las imágenes de represión violenta y
ya antes de la marcha descartó cualquier intervención de las fuerzas de seguridad. Pero amenazó a gais, lesbianas y transexuales con consecuencias legales. Las autoridades habían instalado cámaras a lo largo del recorrido dotadas con sistemas de reconocimiento facial. Los asistentes podrían ser multados con 500 euros y los organizadores, incluyendo el alcalde de Budapest, condenados a un año de prisión.

Como muestra de apoyo, en el desfile estuvieron presentes unos 70 eurodiputados y políticos izquierdistas, socialdemócratas, liberales y ecologistas de diversos países del continente, así como la comisaria europea de Igualdad, la belga Hadja Lahbib; la vicepresidenta segunda española, Yolanda Díaz; el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, y el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni.

El movimiento LGTBIQ+ abarrota las calles de Budapest pese a la prohibición de la policía

La prohibición era la última medida tomada por el primer ministro ultranacionalista Viktor Orbán en su cruzada legislativa para socavar e incluso suprimir los derechos de este colectivo. Ya en junio del 2021, también a instancias de Fidesz, el partido de Orbán, el Parlamento aprobó un paquete de leyes que prohíben “la promoción” de la homosexualidad y de la reasignación de género ante menores de 18 años. Recientemente la abogada general de la Unión Europea ha fallado que estas leyes son contrarias al derecho de la Unión. Una veintena de estados de la UE firmaron el mes pasado una carta que pide a Orbán que derogue la enmienda a la ley aprobada en marzo, e incluso plantearon que la Comisión Europea (CE) avanzara en un procedimiento de infracción. El miércoles Ursula von der Leyen, presidenta de la CE, expresó su apoyo a la comunidad LGTBIQ+ húngara y afirmó que “en Europa, marchar por tus derechos es una libertad fundamental”.

Orbán decidió convertir el día del Orgullo en una trampa política porque, a 10 meses de las elecciones, necesita a un electorado conservador que cada vez parece más seducido por Péter Magyar, el líder de la oposición. Este europarlamentario escindido de Fidesz y excolaborador de Orbán, líder del partido Respeto y Libertad (Tisza), representa el desafío más serio al poder del premier desde que el líder populista llegó al gobierno en el 2010.

Aislado en la escena europea y enfrentado a una difícil situación económica agravada por la suspensión de algunos fondos comunitarios, Orbán incrementa su discurso machista y homófobo para tratar de seguir teniendo aseguradas las bolsas de votos del electorado conservador y nacionalista, y el de zonas rurales. Sus bases siguen siendo sólidas, pero no inquebrantables. El ataque de Orbán a las minorías es una táctica para distraer a los votantes de cuestiones más importantes a las que se enfrenta el país.

Políticos y diputados europeos arropan al colectivo y exigen respeto a sus derechos

Hungría representa, como pocos, la
regresión de derechos del colectivo LGTBIQ+ en toda Europa. Con Orbán
las parejas del mismo sexo han perdido el derecho a adoptar con el argumento, sin base científica alguna, de proteger a los menores. La ley aprobada en marzo permite a cualquier ciudadano denunciar de manera anónima a las parejas homosexuales que tengan hijos a su cargo. Ser gay o lesbiana puede llevarte a perder el empleo o no poder acceder a una vivienda. Pero la mayor violencia, física y administrativa, la sufre el colectivo trans.

Antes de que Orbán llegara al poder en el 2010, Hungría era uno de los países más progresistas de la región. La homosexualidad estaba despenalizada desde los años sesenta del siglo pasado y la unión civil entre personas del mismo sexo estaba reconocida desde 1996. El mensaje de la marcha de ayer es que en la actual Hungría no solo están en peligro los derechos del colectivo LGTBIQ+, sino también los valores democráticos europeos que deberían ser respetados y defendidos por un país que es miembro de la Unión Europea.

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