El trompetista Miles Davis, uno de los grandes compositores de la música de jazz, dijo en una ocasión que “el silencio es el ruido más fuerte, quizás el más fuerte de todos los ruidos”. Seguro que Pedro Sánchez conoce la frase, porque en estos momentos que el PP sube el volumen de sus ataques al Gobierno, permanece callado, sin dar pistas sobre cómo resolverá la crisis provocada por el llamado triángulo de la corrupción, formado por Cerdán, Ábalos y García (Koldo). Los populares han movilizado desde obispos hasta jueces del DF, para sacar a Sánchez de la Moncloa, pero el inquilino ni se ha inmutado.

El silencio permite pensar, contribuye a la calma, aísla de la algarabía. Pero no puede perpetuarse. De hecho, el presidente tiene en los próximos días que cambiar la ejecutiva del PSOE, dar explicaciones en el Congreso y lanzar un mensaje de confianza al país. No le será fácil.
Sánchez no da pistas sobre cómo resolverá la crisis, mientras el PP sube el volumen
Feijóo, a pesar de los muchos decibelios de su orquesta y coros, no ha conseguido descentrar a Sánchez, encerrado en su silenciosa burbuja, de la que solo ha salido para situarse al lado de los líderes internacionales de la OTAN en La Haya o de la ONU en Sevilla. El presidente del PP ha intentado sin éxito sondear a los partidos que dan apoyo al Gobierno para saber si alguno le respaldaría en una moción de censura. Ese movimiento no ha resultado una buena idea. No ha encontrado ninguna complicidad e incluso las llamadas a ERC y a Junts han comportado las críticas de Isabel Díaz Ayuso, que avisó a la cúpula popular de no dar más pasos en falso, y de Vox, que mantiene que hay que presentar la moción aunque se pierda, que eso no va de números sino de coherencia.
Josep Ramoneda escribe en Ara que el drama del PP es que pasar del ruido a las ideas le pone en riesgo de hacer demasiado evidente su convergencia ideológica con Vox, que marca el paso a la derecha, pero que inquieta a una parte de los electores moderados. Y es que el exceso de ruido no siempre tapa las voces ajenas, sino que, a veces, no deja oír tampoco las propias. El fabulista Esopo ya advirtió de que la rueda estropeada del carro es la que hace más ruido.