En apenas una semana, se han celebrado la cumbre de la OTAN en La Haya, para aumentar el gasto en defensa, y la de la ONU en Sevilla, para aumentar el gasto en cooperación. En las dos se ha pintado un panorama bastante negativo, por lo que sí, parece que hablan del mismo planeta, pero como si fueran dos mundos distintos, cuando seguramente van más ligados de lo que los mandatarios presentes querrían admitir.
Al Sur Global le preocupa la permanente falta de recursos y que los países más desarrollados le ayuden a obtenerlos. Al Norte más cercano a nosotros le preocupa la seguridad. Los países de la Alianza Atlántica firmaron un aumento del gasto en defensa hasta el 5% de su PIB (más de la mitad, al menos, en armamento). Como el acuerdo es a diez años, veremos cuánto cumplen, pero accedieron presionados por el presidente de EE.UU., que confía en que le compren más a su industria de guerra.

Activistas en Sevilla reivindican medidas en la cumbre de la ONU
Para Donald Trump todo es negocio y si no es así, aún peor. No ha ido a Sevilla. Ya ha dejado claro su desprecio por el mundo sin dinero. Le interesa si un país compra a EE.UU. o puede expoliarle algo, como minerales esenciales. ¿Los pobres? A los caimanes. Su cárcel Alligator Alcatraz simboliza su pensamiento. Ha recortado radicalmente la ayuda a la cooperación, sea su agencia Usaid o la participación en la Organización Mundial de la Salud. EE.UU. era el mayor pagador y el mundo debe rehacerse sin contar con él. Además, no es el único país que ha reducido la ayuda internacional.
La cumbre de la OTAN y la de Sevilla parece que sean de dos mundos distintos
No se cumplen las perspectivas de desarrollo de hace diez años (ni antes los objetivos del milenio), cuando el mundo parecía más proclive a reducir la desigualdad. La filosofía de Bill Gates tenía todavía más predicamento que la de Musk o Bezos. Para cumplir con la agenda 2030 faltarían 3,5 billones de euros al año, se ha dicho en Sevilla. El sistema se hace insostenible. Las oenegés piden que se dé prioridad a la infancia ante la deuda exterior. Uno de cada tres niños del mundo no accede a servicios básicos de sanidad, educación, una mínima protección.
España aumenta el gasto en cooperación, aunque es de poco más del 0,2% del PIB (diez veces menor que el de defensa) y la promesa de llegar al 0,7% también se pospone hasta el 2030 (veremos igualmente si se cumplirá). La desigualdad crece en el mundo y dentro de los propios países desarrollados. Se extiende como un océano. Cada medida parece ahogarse o llega una contramedida. En Sevilla se ha hablado de más impuestos a los ultrarricos, pero algunos países ya han renunciado a imponer tasas a las grandes tecnológicas americanas. Se buscan fórmulas para que más naciones puedan mejorar su nivel económico y social. Una tarea titánica, pero rendirse sería peor.