Grabando en familia

Un compañero me cuenta que se plantea grabar en secreto sus discusiones de pareja. Se lo ha aconsejado una prima que ya lo está haciendo. Al parecer, la prima deja el móvil medio tapado con la servilleta, por ejemplo, en el desayuno, saca un tema conflictivo y se pone a discutir. Y así va recopilando material fresco, pruebas, por si en algún momento hacen falta. ¿Si hacen falta para qué? Nunca se sabe. Hay que aprovechar las ventajas que ofrece la tecnología, no nos vamos a quedar atrás. También puede resultar útil para pillar a la gente en falta, que siempre anima, en conflictos domésticos clásicos. “Dijiste que sacarías la basura”. “No es verdad”. “¿Ah, no?”, te frotas las manos y le enchufas la grabación de esta mañana cuando dijo: “Ya luego la saco yo”. El siguiente paso sería que el grabado responda que no se reconoce.

Voice recorder app on smart phone screen, home interior. Male hand holding phone, desktop shot.

  

TARIK KIZILKAYA

La estupidez humana es muy creativa. Como especie, avanzamos alegremente hacia lo desconocido. ¿A qué otro animalillo se le ocurre ir por ahí grabándose en manada, haciendo del engaño colectivo una forma de vida, mientras, por cierto, se le queman unos bosques? ¿Podemos imaginar una familia de patos, unas cabras, ni siquiera un grupo de monitos organizando su existencia a base de espiarse unos a otros, para conseguir, por ejemplo, más plátanos?

La estupidez humana es creativa; como especie, avanzamos alegremente hacia lo desconocido

Si mi prima lo hace, dice mi compañero, es que esto ya está pasando. La grabación casera es tendencia. Pero yo me pregunto si su prima no será un perro verde. Y se lo cuento a una amiga, como si estuviera descubriendo la rueda: podría haber gente imitando las mierdas que vemos en el telediario, digo, en versión doméstica, con las grabadoras de sus dispositivos. Mi amiga me mira con lástima y me explica que eso hace tiempo que viene sucediendo. Que si no me he fijado cómo, en las reuniones de trabajo importantes, la gente te mira con recelo si dejas el móvil en la mesa. Aunque ahora ya hay cámaras del tamaño de un botón que se esconden en cualquier sitio. Y añade que, sin ir más lejos, su exmarido, cuando discutían, luego decía: “Que sepas que lo he grabado todo”. ¿Y tú qué hacías?, pregunto horrorizada. Pues separarme, claro, dice.

Lee también

El club de los sinestésicos

Clara Sanchis Mira
Grabando en familia

Me quedo helada, miro debajo del sofá y solo espero que estos testimonios, recopilados en menos de dos días, sean fruto de la casualidad. O de una moda pasajera y ya.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...