OTAN, de entrada, sí

La creación de la OTAN se basó en el principio de mutua defensa, respuesta aliada contra un posible ataque del bloque soviético o de cualquier otro enemigo potencial. De aquellos orígenes queda el imperialismo de Putin, que ha derivado en la ocupación del este de Ucrania y la amenaza latente que planea sobre los vecinos de Rusia. Por tanto, los riesgos para la seguridad de Europa no solo permanecen, sino que han aumentado por primera vez después de la guerra fría. Lo que ha cambiado es la relación entre los miembros del club atlántico porque el autoproclamado jefe actúa como un matón, imponiendo un aumento unilateral de la cuota de membresía y amenazando a los que no se sometan a su voluntad suprema.

US President Donald Trump leaves at the end of a press conference during the North Atlantic Treaty Organization (NATO) summit in The Hague on June 25, 2025. (Photo by JOHN THYS / AFP)

 

JOHN THYS / AFP

La paradoja alcanza el surrealismo cuando Donald Trump exige a miembros del pacto que le regalen su territorio: Groenlandia, que forma parte de Dinamarca, o Canadá, que se integre en Estados Unidos como un nuevo estado. Es decir, Trump exige lo contrario del espíritu que alumbró la OTAN: mantenerse juntos­ para preservar la integridad de los países miembros frente a cualquier ­agresión. Porque lo que era impensable es que un socio chantajeara a otro miembro del club incluso con intervenciones militares si no se aceptaban sus imposiciones territoriales.

De momento han calmado a la fiera con un montón de dinero, que irá directamente a los bolsillos de las empresas norteamericanas que fabrican armas y que Europa pagará a tocateja a cambio de recortar servicios sociales. Pero es una tregua frágil porque el chantajista nunca se da por satisfecho y tarde o temprano volverá a apretar las tuercas del vecindario. La alternativa lógica podría ser romper con Estados Unidos y crear una estructura propia de defensa entre Europa y Canadá con capacidad para hacer frente a los peligros que acechan Occidente. Pero, de momento, es un plan utópico.

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Israel's Prime Minister Benjamin Netanyahu visits the site of the Weizmann Institute of Science, which was hit by missiles fired from Iran, in the central city of Rehovot on Friday, June 20, 2025. (Jack Guez/Pool Photo via AP)

Aunque Europa dispusiera de los recursos económicos necesarios para una obra de esta magnitud, la dependencia de la tecnología de Estados Unidos es tan abrumadora que lo hace inviable. En el 2024 el 64% de las importaciones europeas de armas vinieron de EE.UU., por lo que es imposible superar la dependencia norteamericana, por lo menos durante la próxima década.

Además, Washington destinó 968.000 millones de dólares a defensa, más del doble que la UE y Gran Bretaña juntas, y la previsión es que esta tendencia aumente. Así, a pesar de los desplantes de Trump, la OTAN actual no solo es la mejor sino la única opción para Europa. Y él lo sabe.

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