Donald Trump es como Harry el Sucio, que solo negociaba apuntando al adversario, mientras le provocaba diciéndole: “Alégrame el día”. Basta leer las primeras páginas de su libro El arte de la negociación para entender que negocia siempre con amenazas y marcando los tiempos para sacar provecho. Más allá de que eso no tiene nada de arte y poco de negociación, es evidente que lo peor que puede hacerse en estos casos es echarse a temblar o intentar ser simpático.
El presidente de Estados Unidos envió una carta a la UE el sábado, para amargar el fin de semana a los dirigentes europeos. En ella les explicaba que, a partir del 1 de agosto, impondrá aranceles del 30%. Llevan semanas negociando representantes de ambas partes, pero a Trump lo que más le puede divertir en esta vida es desacreditar a sus colaboradores. Es una manera de demostrarles que allí solo manda él y que puede cambiar de opinión cuando le plazca. Los líderes continentales no estaban engañados, pues el Parlamento Europeo redactó un informe durante su primer mandato, en el que manifestaba que “imaginarse lo peor es fácil porque nunca en la historia moderna de Estados Unidos ha habido un presidente elegido con menos cualificación y experiencia, ni con una personalidad tan controvertida”.
Trump negocia siempre con amenazas y marcando los tiempos para sacar provecho
Trump tiene muchos defectos, pero no engaña. Ha proclamado públicamente que la UE se formó “para joder a los Estados Unidos” y que es su enemigo, en tanto que competidores. Ursula von der Leyen, que hace unos días se mostraba optimista con respecto al acuerdo, ha respondido a la amenaza insistiendo en que mantiene su fe en la negociación, pero que están listos para todos los escenarios. Bruselas va con el freno de mano puesto en las declaraciones. Emmanuel Macron ha sido el más digno, el canciller alemán Friedrich Merz ha resultado el más obsequioso.
Pero Trump no entiende de diplomacias. A lo mejor, para arrugarlo, habría que usar las palabras de otro personaje de Clint Eastwood, como Walt Kowalski de Gran Torino, cuando dice a unos matones: “¿Nunca os habéis cruzado con alguien a quien no debíais haber puteado? Pues ese soy yo”. Pero no ocurrirá, la palabra del día en Bruselas es contemporizar.
