En los próximos cinco años España tendrá que incorporar al menos a 260.000 profesionales al sector de cuidados por el envejecimiento de la población y el aumento de la dependencia. Pero, ¿quién va a ir a cuidar a los dependientes cuando un trabajo tan exigente está mal pagado, con contratos precarios y minusvalorado por la sociedad? Porque esta es la situación de las profesionales (el 83% son mujeres) que trabajan en las residencias, servicios de ayuda a domicilio o centros de día, según un estudio presentado ayer. El trabajo indica que
estas mujeres (la mitad de más de 45 años) tienen más contratos temporales y parciales que
el resto de los sectores productivos, y unos salarios que rondan los 16.500 euros brutos al año,
lo que obliga a muchas a trabajar en el servicio doméstico informal. A esto se suma la baja ratio de profesionales, cosa que lleva aparejada una sobrecarga que afecta a su salud física y psíquica. Urge dignificar este sector, sobre el que recae el bienestar de los más vulnerables y al que todos, antes o después, habremos de acudir.
Un sector vital e invisible
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