Incompetencia artificial

Opinión

Incompetencia artificial
Periodista

El artículo ni siquiera estaba revisado, pero Nataliya Kosmyna lo hizo público ante el temor de que las autoridades de cualquier lugar del mundo decidieran empezar a utilizar masivamente ChatGPT en etapas preescolares, deseosas de dar a sus niños lo mejor de la tecnología. ¿Lo mejor? Lo hemos visto, o lo estamos viendo, con el uso de las pantallas en las aulas: después de un entusiasmo acrítico (y unas inversiones millonarias), muchos sistemas educativos están volviendo al papel, la caligrafía y la pizarra con tiza.

Nataliya Kosmyna es investigadora del Massachusetts Institute of Technology y publicó hace cuatro semanas los resultados de un apasionante estudio que medía con electroencefalogramas de alta densidad la actividad en 32 áreas cerebrales de 54 jóvenes a los que se encargó breves ensayos.

ChatGPT está integrándose en muchos trabajos.

Página de acceso a ChatGPT 

Selu Manzano

El problema, y se la ha cuestionado por ello, es que la muestra era pequeña. 

Pero las conclusiones, por provisionales que sean, eran devastadoras, y de ahí que lo hiciera público preventivamente.

Kosmyna y su equipo dividieron a los jóvenes en tres grupos, con herramientas específicas para cada uno: ChatGPT, la búsqueda de Google y el cerebro propio.

Los usuarios de ChatGPT mostraron hasta un 55 % menos de conectividad neural y una conectividad frontoparietal particularmente débil, con carencias ejecutivas, en los procesos metacognitivos, en el monitoreo de errores y en la autoevaluación. En el extremo opuesto, desde un punto de vista neuronal, estaban los del tercer grupo, y los de Google en medio.

Lo que más sorprendió a los investigadores fue el cambio en las capacidades de los chavales en sesiones sucesivas.

En la tercera cita, los que se ayudaban de ChatGPT habían prácticamente abandonado todo esfuerzo propio en la escritura y se limitaban a copiar y pegar.

Sus trabajos “carecían de alma” y de cualquier originalidad, según sus evaluadores, y se parecían extraordinariamente entre ellos. Algo es algo: solo 9 de los 18 ni siquiera se consideraban autores.

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Pero hubo algo aún peor: el 83% de los usuarios de ChatGPT no pudieron citar ni una sola frase de lo que habían escrito (sic) minutos antes, frente al 11,1 % de los otros dos grupos. Una de las conclusiones del estudio es que el uso de la IA puede provocar la eliminación de los procesos cognitivos necesarios para codificar información en la memoria a largo plazo. Fomenta una incompetencia que no teníamos.

En la cuarta sesión se pidió a quienes antes habían usado ChatGPT que usaran únicamente sus recursos cerebrales, y el resultado fue igualmente catastrófico: un 78% seguía sin recordar nada de lo que había escrito.

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