Lejos de los palcos privados de algunos estadios, la Eurocopa femenina está sirviendo para ver a los familiares de las futbolistas mezclados entre el público y ver de primera mano cómo el entorno más próximo de las jugadoras vive con los nervios a flor de piel los partidos. En Berna, los asientos reservados para los invitados de las protagonistas estaban justo detrás del banquillo de la selección española, tan cerca que casi podían escuchar las instrucciones de Montse Tomé.
Estaban en un par de filas los agentes de Aitana, el padre y algún tío de la actual Balón de Oro, el representante de Alexia Putellas y también el marido de Laia Aleixandri. En esa zona, entre varias camisetas rojas de la selección española, destacaba incluso alguna elástica escapulada del CE Europa que lucía una amiga de Ona Batlle. Durante el encuentro de cuartos la tensión se notaba en el ambiente. Y el esposo de la nueva fichaje del Barça no pudo contener el enfado y la rabia cuando la central vio la amarilla que le impedirá jugar la semifinal. Eso sí, tras los dos goles, los rostros se relajaron.