El trabajo en los periódicos ha cambiado mucho en los últimos años. En las reuniones del consejo de redacción, lo que en La Vanguardia conocemos popularmente como aquelarre , cada vez tiene más peso el debate sobre los contenidos digitales que vamos a mostrar al día siguiente y menos la confección del diario de papel. Sin embargo, siempre hay un momento mágico, que es el de la selección de la gran foto que lucirá en la portada de papel. Hace ya muchos meses que, al elaborar la selección de las imágenes del día, el redactor jefe Xavier Cervera nos muestra fotos de Gaza: edificios derruidos, víctimas de los atentados, colas de palestinos hambrientos… Nos hemos acostumbrado por desgracia a la barbarie de lo que está sucediendo allí, sin que nadie sea capaz de detener al ejército israelí.

Niños palestinos esperan el reparto de alimentos en Gaza
Es muy cansado tener que volver a recordar que sí, que Hamas cometió una matanza horrenda en octubre del 2023, pero que aquel ataque terrorista no puede servir de coartada para la campaña de destrucción del pueblo palestino que está dirigiendo Beniamin Netanyahu. Que es una vergüenza que se mate a gazatíes en las colas de reparto de comida. Que se racione los alimentos a la población para convertir el hambre en un arma de guerra. Y, sobre todo, que Occidente sea incapaz de poner freno a esta guerra que, como escribí un día, si no es genocidio, se le parece bastante.
De Donald Trump poco puede esperarse, pero la actitud de la UE ha sido bastante deplorable, como ha recordado Josep Borrell, ex responsable de Exteriores. “Europa decide no castigar los continuos crímenes de guerra de Israel y permite que el genocidio de Gaza continúe sin tregua”, escribió en sus redes sociales tras comprobar que la Comisión no impondría sanciones a Israel.
Un grupo de 25 países, entre los que se encuentra España, el Reino Unido, Francia, Canadá, Australia o Japón, firmó ayer un manifiesto en el que se exige el alto el fuego en Gaza y que Israel cumpla el derecho internacional humanitario. Es un grito de impotencia que veremos qué efectividad va a tener en el futuro. El infierno de Gaza continúa y solo nos queda lamentarlo y denunciarlo.