Una izquierda conservadora

Si el discurso de la izquierda ha estado siempre centrado en corregir un mundo imperfecto, transformando la realidad, y el de la derecha ha querido preservar un mundo perfecto que no debe ser alterado para mantener la continuidad, ha llegado el momento de revisar los viejos antagonismos del bipartidismo a la luz del avance del nacional-populismo. La Europa nacionalpopulista que gobierna en Italia, Hungría, Polonia, Eslovaquia y Serbia, y que participa en los gobiernos de Finlandia, Suecia y Países Bajos, sumada al avance electoral de dichos partidos en Francia, Alemania, Portugal y España, obliga a la izquierda a redefinir su marco de acción en Europa.

Pleno en el Congreso de los Dipuatdos Control al Gobierno Pedro Sanchez Maria Jesus Montero Yolanda Diaz Urtasun Felix Bolaños Fernando Grande Marlaska

  

Dani Duch

En este contexto, la izquierda española no ha dejado de avanzar para conseguir más derechos sociales, imponer cada vez más condiciones restrictivas a las empresas privadas, reformas laborales, limitaciones en la gestión de la propiedad privada en relación con la vivienda, medidas de transición ecológica, mayor presión fiscal y regularización de la inmigración ilegal, mientras muchos ciudadanos, de tendencias políticas diversas, empiezan a considerar que son medidas equivocadas.

La izquierda debe empezar a verse, no solo como una fuerza de cambio, sino como garante de estabilidad democrática

La cuestión estratégica que la izquierda española debe dirimir es mantener su agenda de cambios o modificarla, centrándola en conservar el Estado de bienestar y los derechos conseguidos hasta la fecha; una izquierda conservadora de lo logrado, frente a una izquierda que sigue avanzando en políticas que ya no tienen el apoyo de los ciudadanos. Este planteamiento de la política de izquierdas lleva a utilizar a Vox no como una oportunidad política para movilizar a sus bases, sino como una ocasión para alinearse con la visión política de países como Francia, Dinamarca, Irlanda o Portugal, que mantienen sus compromisos sociales desde una visión más conservadora que expansiva.

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Esta izquierda debe ir más allá de avanzar hacia una izquierda “moderadamente conservadora”, como plantea el filósofo Slavoj Žižek, y orientarse hacia una posición más centrada y alejada de la extrema izquierda, que debilita el campo de acción de la socialdemocracia. Dicho de otro modo: la izquierda española, la socialdemocracia, debe abrirse para adaptar su visión de la realidad a ciertos postulados de la derecha moderada. La mayoría social construida desde el trumpismo en EE.UU. y su forma de ejercer el poder minando los valores democráticos debe llevar a la izquierda europea a cuestionar si tiene sentido seguir imponiendo una moral progresista y preguntarse si no es mejor promover la defensa de la democracia y el Estado de bienestar. La izquierda debe empezar a verse, no solo como una fuerza de cambio, sino como garante de estabilidad democrática.

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