Lo que no se cuenta sobre el aeropuerto

Uno de los episodios más decepcionantes de la Generalitat presidida por Pere Aragonès fue la falta de acuerdo entre el Gobierno catalán y Aena que, en el 2021, abortó el plan de ampliación del aeropuerto de Barcelona y supuso la pérdida de 1.700 millones de euros que el gestor aeroportuario había ya reservado para el periodo 2022-2026. Catalunya renunció entonces a un buen pellizco presupuestario procedente de Madrid: algo insólito y contradictorio con la recurrente queja catalana de infrafinanciación.

Dicho episodio dejó mal sabor de boca. Porque una cosa es que los políticos que se disponen a impulsar una operación de esta envergadura escuchen todas las opiniones al respecto –económicas, ecológicas, estratégicas, etcétera–, y otra que, para no incomodar a este o aquel sector, desistan de hacer los esfuerzos necesarios para alcanzar acuerdos de progreso.

ATERRIZAJE DE AVIONES EN EL EXTREMO OESTE DE LA PISTA 24 L DEL AEROPUERTO JOSEP TARRADELLAS EL PRAT,. LA BANDA DE LA RICARDA, DONDE EL NUEVO PLAN DE AMPLIACIÓN AFECTARÁ PARTE DE ESTA ZONA DE HUMEDALES. UN AVIÓN SOBREVUELA LA ZONA DE LOS LOCALIZADORES.

 

Mané Espinosa

La Generalitat presidida por Salvador Illa hizo tales esfuerzos y, el pasado 10 de junio, presentó un acuerdo entre el Gobierno catalán, el Ministerio de Transportes y Aena sobre el modelo de ampliación del aeropuerto barcelonés, dotado con 3.200 millones de euros. Un modelo que alarga unos 600 metros la pista de despegues de El Prat, afectando en sus cabeceras las zonas de la Ricarda y el Remolar; renaturaliza diez hectáreas por cada una afectada, y comporta la construcción de una terminal satélite, conectada por tren subterráneo con la T1, y la renovación de la T1 y la T2.

Arquitectes per l’Arquitectura (AxA) convocó, el día 10 de este mes en el hospital de Sant Pau, un debate al respecto. Participé en él como moderador, y aunque prefiero no escribir sobre actos en los que he intervenido, haré una excepción. Básicamente, por un motivo: el acto no tuvo mucho eco, pese a que en su transcurso se expusieron opiniones de interés e infrecuentes. Destaco cuatro de ellas en los dos párrafos siguientes.

La necesidad de mejorar El Prat no suscita gran discusión; el modo en que se prevé mejorarlo, sí

Una: no es correcto definir la laguna de la Ricarda como un tesoro ecológico; hace tiempo que ha perdido sus conexiones con el mar o con aguas interiores y aunque cuenta con cierta presencia de aves, su sistema acuático está muy degradado. Dos: no es preciso alargar las tres pistas existentes ni construir otras nuevas; bastaría con mejorar la gestión del tráfico aéreo barcelonés para aumentar el número de operaciones por hora, razón clave de la ampliación: en Gatwick, con solo una pista, se llega al 70% de operaciones de Barcelona.

Tres: una ampliación como la propuesta no garantiza la conversión de El Prat en un hub aeroportuario internacional, como se insinúa; para eso no basta crecer, hace falta disponer de una compañía aérea de alcance intercontinental que elija la instalación como base. Cuatro: visto lo visto, en esta operación parecen primar más los intereses de los agentes políticos y económicos que los criterios, siempre deseables, de máxima eficiencia e inversión ajustada.

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Estas afirmaciones sorprendieron a la audiencia del debate. Por su significado, y porque la primera la hizo un reputado naturalista y ecologista. La segunda, un piloto comercial con más de diez mil horas de vuelo. La tercera, un periodista experto en aeronáutica. Y la cuarta, un catedrático de Economía y ensayista sobre políticas públicas e infraestructuras. Es decir, personas que conocen los elementos que hacen tan compleja la discusión sobre la ampliación del aeropuerto, y son especialistas en algunos de ellos.

Causaron sorpresa e incluso diría que despertaron suspicacias entre los asistentes al acto, que se preguntaron por la aprobación del plan, existiendo tales opiniones. No quiero decir con ello que me oponga a la ampliación. Tampoco lo hicieron los ponentes, todos de acuerdo en el qué, pero críticos en el cómo. En su opinión se debería mejorar la operatividad del aeropuerto, pero con una inversión razonable, centrada más en el reaprovechamiento de instalaciones existentes que en crear otras nuevas.

La ampliación del aeropuerto parece ya encauzada, y esa es una buena noticia. Pero mejor noticia sería que se nos explicara por qué ha salido adelante, con respuestas convincentes para las cuatro afirmaciones recogidas en esta nota. Los ciudadanos deben estar convencidos de que las decisiones que toman sus representantes son las mejores posibles

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