Apagar la realidad

En Si esto es un hombre, Primo Levi escribía sobre el holocausto: “Quizá no se pueda comprender lo que sucedió, o no deba hacerse, porque comprender casi es justificar; pero hay que conocerlo porque puede repetirse, las conciencias pueden ser seducidas y obnubiladas de nuevo: la nuestra también”. Los juicios de Nuremberg, “la banalidad del mal” acuñada por Hannah Arendt, la memoria de testimonios en películas, libros y los campos nazis, el tribunal internacional, los derechos humanos, saber qué ocurrió en Europa hace casi un siglo, tendrían que haber evitado la barbarie.

Palestinians struggle to get donated food at a community kitchen, in Gaza City, northern Gaza Strip, Saturday, July 26, 2025. (AP Photo/Abdel Kareem Hana)

Una mujer pugna por conseguir algún alimento en un punto de reparto en Gaza 

Abdel Kareem Hana/ AP

Pero asistimos a la masacre en Gaza horrorizados por la impotencia, la estupefacción y un miedo atroz porque, a diferencia de entonces, tenemos imágenes e información desde el lugar. Sabemos que casi 30 niños mueren al día, y que el hambre y los ataques del ejército israelí ya han matado a más de 17.000, que el número de palestinos muertos supera los 59.000, que se impide la entrada de ayuda y les disparan en los puntos de recogida de agua y alimentos, convertidos en una trampa. Sabemos que médicos y trabajadores humanitarios se desmayan de agotamiento.

Asistimos a la masacre en Gaza horrorizados por la impotencia, la estupefacción y un miedo atroz

¿Cómo lo soportamos? ¿Por qué no sirven la labor y denuncias de periodistas y organizaciones, las manifestaciones cada vez más numerosas, la exigencia del alto el fuego por parte de la comunidad internacional? ¿Cómo convivir con esta abominación y la impresión de que, hagas lo que hagas, inviertes en la crueldad? Pues mediante la insensibilización y la frivolidad del mal. Los cruceros familiares para contemplar la destrucción de Gaza y planear cómo será el asentamiento no son más que la hipérbole de otras salvajadas a las que nos hemos acostumbrado, como tomar el sol en las mismas playas frente a las que, de media, mueren nueve personas al día huyendo de sus países en cayuco, o normalizar la existencia de un Alligator Alcatraz.

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Llucia Ramis
Apagar la realidad

Se criminaliza a los que necesitan ayuda, se cuestiona a los que la dan, se defiende al abusón otorgándole aún más poder e impunidad. Ni la memoria ni el conocimiento lo han evitado. Al despreciar esas vidas, no es a ellos a quienes se deshumaniza, sino al resto de la humanidad. Saturados de información, desconectamos para disfrutar de unas merecidas vacaciones, como si la realidad pudiera apagarse.

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