Vacaciones para reflexionar

Las vacaciones permiten descansar, pero también pueden aprovecharse para reflexionar, para atemperar los ánimos, para definir nuevos estilos que faciliten asumir el futuro desde nuevas perspectivas más constructivas, más atentas a los problemas reales y urgentes de nuestra sociedad. Ciertamente, hemos vivido una etapa muy convulsa de la política española y europea. Una imagen de corrupción generalizada ha dominado el debate político. Más allá de los casos concretos, vividos desde una presión­ mediática sin precedentes, las acusaciones recíprocas han construido relatos de gran trascendencia que han borrado del mapa político todos los demás problemas que afectan y condicionan la realidad social. La descalificación del adversario se lleva al extremo de institucionalizar el insulto, rehuyendo la responsabilidad que a todos los actores políticos corresponde como servidores del interés general.

Y esto no vale. Evitar la corrupción es una lucha imprescindible, pero será larga. Incluso para estos supuestos, las garantías del Estado de derecho han de ser respetadas; las presunciones no pueden ser sustituidas por acusaciones no fundamentadas, prescindiendo de pruebas judicialmente contrastadas y de procesos que requieren su tiempo. Esto no debilita la necesidad de hacerle frente, de establecer mecanismos y previsiones que permitan detectar la práctica corrupta desde su inicio.

MADRID, 14/05/2025.- El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo se dirige al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la sesión de control al Ejecutivo, este miércoles. EFE/Juan Carlos Hidalgo

  

JUAN CARLOS HIDALGO / EFE

Hay que extremar las precauciones y las sanciones, pero las acusaciones no justifican la paralización ni de la acción de gobierno ni de la tarea de una oposición responsable, que no haga de la corrupción de los otros un pretexto para no dar respuesta a los demás problemas de la sociedad.

Esto sería tanto como hacer pagar a los ciudadanos un doble coste de la corrupción. Por un lado, la malversación de los recursos públicos; por otro, el coste de la inacción, de la falta de respuesta a las necesidades de la gente. De la proyección social de las prácticas corruptas se deriva una crisis más peligrosa: el desgaste del sistema democrático. Y de esto, todo el mundo político sería responsable. La sociedad pagaría el coste de la devaluación, pero los responsables son todos los que se instalen en un debate sobre quiénes son los protagonistas de la corrupción, olvidándose de su obligación de no rehuir la responsabilidad sobre el futuro del país, vivido desde el presente más riguroso.

Las acusaciones de corrupción no justifican la paralización de la acción de gobierno ni de la tarea de una oposición responsable

En Gaza seguro que se esconden prácticas corruptas. Pero la responsabilidad de Europa es la de no abandonar a las víctimas de una persecución inhumana que mata a diario a gente que solo pide sobrevivir, ellos y los suyos. El silencio puede ser una manifestación de corrupción. En Gaza lo es. Y la lista podría, desgraciadamente, ser mucho más larga. Demasiados ejemplos.

En casa, los problemas nos rodean. Problemas muy básicos que afectan a la vida de los ciudadanos. Y la respuesta no puede ser, únicamente, la de que estamos persiguiendo la corrupción y basta. Este es un objetivo prioritario, pero también lo es la lucha contra la desigualdad, la defensa del pluralismo y la diversidad, la búsqueda de una justa cohesión social. Ciertamente, estos objetivos se hacen incompatibles con una corrupción no perseguida, pero la acción de este propósito –en homenaje a los valores que la convivencia democrática nos impone– no puede descuidar, ni renunciar, ni posponer todo aquello que pueda mejorar la condición de la gente. Para Gobierno y oposición este es un compromiso insoslayable.

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Por eso hay que aprovechar las vacaciones para descansar, pero sobre todo para reflexionar, para definir compromisos que vayan más allá del “tú más” o del “mira que tú”. La política es mucho más que eso. Servir a la comunidad comporta dificultades; porque la condición humana nos pone en el escenario prácticas y comportamientos que nos sublevan. Denunciar solo la corrupción no es lo que se espera del servidor público; hay que denunciar, perseguir, evitar, pero a la vez hay que luchar también, por ejemplo, por una política de vivienda más justa y eficaz.

Es tiempo de reflexión; para todos. Muchos hablan de que, al acabar el verano, empieza una nueva etapa. ¿Será verdad? ¡Sin insultos, sin descalificaciones como refugio de la incompetencia!. Si descansar sirve para esto, las vacaciones quedarían muy justificadas. Con esta ilusión, felices vacaciones a todos.

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