La delegación del Ayuntamiento de Barcelona que el pasado domingo encabezó Jaume Collboni en París recibió en la ceremonia final del Tour de Francia un trofeo de importancia simbólica que designa a la ciudad como la organizadora de la Grand Départ del 2026. Barcelona guardará este trofeo hasta que el año próximo sea entregado a Edimburgo. Sin embargo, nadie esperaba que este reconocimiento, que no supera los cinco kilogramos de peso, viniese empaquetado en una caja metálica de grandes dimensiones y de un peso muy superior. Tras la recepción del enorme artefacto, y bajo las inclemencias climáticas parisinas, la delegación vivió escenas surrealistas para llegar hasta una zona donde algún taxi pudiese hacerse cargo del transporte, dado que el acceso a la ceremonia estaba cerrado a cualquier vehículo varios kilómetros a la redonda. También hubo que ponerse en contacto con Vueling para advertir del nuevo pasajero. Aunque lo más pesado fue transportar, de un lado a otro, la caja, que ya descansa custodiada en el Museu Olímpic i de l’Esport de Montjüic.
Un trofeo muy pesado
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