Estudios varios

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Divulgador económico

Todos lo sabemos. Todos olfateamos los currículums. Mi amigo Pablo, con quien desayuno con cierta frecuencia, escribe que él y yo, leíamos: “estudios de Ingeniería Industrial” e inmediatamente, traducíamos: “no terminó la carrera”. En algún caso, que conocíamos, la traducción era más ambiciosa: “no terminó primer curso”.

Como ahora hay tantos másteres, tantos cursos y cursillos, la tentación de inflar el currículum aumenta.

Me encuentro con Jaime Nubiola, profesor jubilado. Al verle, me doy cuenta de lo mayor que soy, porque yo era amigo de su padre. Jaime suele presentarse como “un profesor de Filosofía, a quien le gusta pensar y escribir e invitar a los demás a que piensen y escriban”.

Clase de universidad

  

MICIU / Europa Press

Él piensa que un buen profesor, en primer lugar, “tiene que ser competente, tiene que conocer la materia que trata y saber cómo se enseña. En segundo lugar, ha de ser coherente, ejemplar, y, en tercer lugar, tiene que querer a los alumnos. Esto es clave”. En resumen, el objetivo de un buen profesor es que “los alumnos crezcan, aprendan, que sean cada vez mejores”.

De un amigo tenía muy pocos datos. Pero como él siempre decía que había sacado matrícula de honor con un profesor de los que “imprimen carácter”, y era una verdad fácilmente comprobable, su prestigio era grande, aunque nadie le ofreció nunca ser ministro y no tuvo tentaciones de inflar los “estudios realizados”. Ni tentaciones ni necesidad.

Van apareciendo personas que dimiten porque su currículum no es real

Van apareciendo personas que dimiten porque su currículum no es real. Y a mí me dan pena. Porque tener unos profesores competentes, ejemplares y que te quieran, es un chollo.

Claro que si tu objetivo es tener un título falso para colgar en la pared, dedicarte a una cosa en la que no necesitas ser aquello e incluir en tu esquela lo que dijiste que eras porque a esas alturas nadie lo va a comprobar, pues ánimo, a comprar el título y a vivir.

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P.S.: Muchas veces me presentan como “economista” y llenos de entusiasmo me han llegado a llamar “gurú económico”. Siempre he dicho que soy ingeniero textil y que en 1954 empecé Económicas y aprobé dos asignaturas: una era Derecho Civil y la otra, Historia de la Economía, fundamentalmente la moderna.

Pienso que aquella historia, fundamentalmente moderna, hoy debe de ser absolutamente prehistórica, pero en mi currículum digo que tengo “Estudios de Economía”. Y es verdad. No creo que lo pongan en mi esquela porque me da la impresión de que no la adornaría mucho.

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