“Es mala amante la fama”, canta Rosalía, y en vista de lo que tienen que hacer los VIP —el segmento más pudiente de los comúnmente llamados famosos— no le falta razón. La fama genera a los que no la tienen una curiosidad humana que en ningún caso conculca el derecho a la intimidad de los que soportan el peso del reconocimiento público. Muchos de ellos ya han optado por tener un equipo de seguridad personal que crece al ritmo de la tecnología. Es el caso de Mars Seguridad, una empresa fundada por dos exmandos de Mossos d’Esquadra que crean muros infranqueables de intimidad para quien les contrate. Además, cuentan con una particular fuerza aérea: un equipo de drones de vigilancia perimetral para evitar a curiosos indeseados. Y el sistema funciona: han sido responsables de seguridad de las fiestas de Mataró, Lamine Yamal les contrató para su 18 cumpleaños —donde los invitados tenían prohibido usar su móvil— e Ibai Llanos les encargo la seguridad de su última Velada, celebrada en Sevilla y que congregó a 80.000 personas.
Fuerza Aérea de los VIP
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