Chatito chatito, ¿invado Noruega?

El primer ministro de Suecia, Ulf Kristersson, confesó a un diario de su país, Dagens industri, que usa la inteligencia artificial “con bastante frecuencia” en su trabajo, “aunque solo sea para tener una segunda opinión”. Y dice que ministros de su Gobierno hacen lo mismo. El político consulta ChatGPT como cualquiera y una IA francesa, Le Chat, ni siquiera una que hayan creado en Suecia por aquello de probarla y hacer país.

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Ulf Kristersson 

Terje Pedersen / AFP

Como era de esperar ha originado una riada de críticas, primero sobre la seguridad que puede dar ChatGPT, ni que sea en versión de pago, para los asuntos que debe manejar un primer ministro. Basta recordar los problemas de Hillary Clinton, cuando era secretaria de Estado de Obama, por usar un servidor de correo electrónico privado en lugar del de la administración.

A saber lo que Kristersson, que gobierna con una coalición de centroderecha, consulta a ChatGPT, si sube impuestos o si invade Noruega. Según su portavoz, no le consulta secretos de Estado ni asuntos confidenciales, sino que lo usa como una guía; para preguntas tipo ”¿qué han hecho otros?” o ”¿deberíamos pensar lo contrario?”, según Kristersson. Lo cual no se si ha de tranquilizar o preocupar más a los suecos. Ya se le ha criticado que tal uso abre una puerta controvertida en política.

Lo del primer ministro sueco recuerda a esos reyes antiguos que acudían a los adivinos

Debería saber que la IA no es fiable en sus respuestas. Aunque utilizara ChatGPT para hacer resúmenes de las propuestas legislativas o escribir discursos, facilita información que la IA se queda y utiliza para “aprender”. Eso, aparte de otras consideraciones. El creador de ChatGPT, Sam Altman, advertía hace poco que la gente hace consultas amorosas, médicas, legales privadas a su chat, pero esa información no es confidencial –él abogaba porque se diera este estatuto legal al chat– y si se requiriera a la empresa en un proceso judicial, por ejemplo, facilitaría esos datos.

Lo del primer ministro sueco recuerda a esos reyes antiguos que antes de ir a la guerra, por ejemplo, acudían a los adivinos, que mataran unos pollos o a unos inocentes, para ver si los dioses les eran propicios en su empresa. Duele pensar que no habremos cambiado tanto como humanidad. Y es que causa estupor que Kristersson recurra a ChatGPT cuando no le deben faltar asesores y expertos. ¿O es que no se fía de quienes podrían aconsejarle?

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No sé si denota un comportamiento más de inconsciencia tecnológica o de incapacidad para el cargo, pero parece que no es solo Trump el peligro público. La cuestión es cuántos más altos responsables de gobiernos o multinacionales harán lo mismo. Lo que refuerza la desconfianza, como la polémica de los políticos que hinchan titulaciones en España, hacia quienes nos gobiernan.

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