Roger Mas canta a la luna

LA VIDA LENTA

Uno de los regalos que nos da la vida lenta del verano es poder asistir a un concierto inolvidable en un festival lejos de las masas. Y así fue como el pasado sábado Roger Mas y la Cobla Sant Jordi acudieron a Sant Magí de la Brufaganya (Conca de Barberà).

La leyenda dice que, en el siglo III, san Magí, que vivía como eremita en la Brufaganya, despertó el odio de los romanos por sus milagros. Sin embargo, un día que lo perseguían sedientos, con el cayado picó en tres piedras e hizo brotar tres fuentes para apaciguarles la sed. Desagradecidos, lo martirizaron hasta la muerte. En medio de los bosques se erige la ermita de Sant Magí y las fuentes del agua que todo lo cura.

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Gemma Sardà

Las Nits Musicals Brufaganya cuentan con un grupo de voluntarios de lo más implicados. Para poder acoger un aforo de más de trescientas personas, el concierto de Roger Mas se celebró en la explanada. En el interior de la ermita se pusieron mesas con manteles de cuadros y nos sentamos en los bancos de madera a comer los bocadillos de butifarra antes del concierto. Ante el altar, como una Santa Cena, una mesa larga para los músicos y Roger Mas, con la imagen de san Magí presidiendo. Entre el público, Xavier Grasset cuenta que su padre a los dos años estuvo muy enfermo y lo salvó el agua de san Magí, la que cada 19 de agosto van a buscar a pie los devotos desde Tarragona, donde es patrón. Roger Mas, para curarse el resfriado, también ha bebido agua antes del concierto: “Esto ya lo tenemos medio apañado”.

Con el agua de la Brufaganya, el cantautor y la cobla interpretan la música más bella

Cae la noche, sale la luna, las campanas son el timbre de aviso, y Roger Mas, con su elegante traje azul y las alpargatas, sube al escenario: “Cada día que salimos con la cobla es fiesta mayor”. Su fascinación por las lenguas hace que el solsonense nos ofrezca canciones en catalán, occitano, italiano, castellano, francés, serbio y portugués: “Desde las alpargatas y la sonoridad de la cobla, ir por el mundo”. Raíces profundas, tradición, Verdaguer, L’aigle noir, Maria Mercè Marçal, una copla con cobla y una versión de Pere Tàpias. Músicas y letras que nos transportan al paraíso de los sentidos.

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Guarda che luna pone el broche. Tras los aplausos, largos y en pie, cada uno apila su silla, y los voluntarios reparten chocolate y coca. Con los vecinos de La Llacuna compartimos la emoción de haber disfrutado de un concierto que no olvidaremos.

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