La diplomacia y preparación de Donald Trump no están a la altura de un presidente de Estados Unidos. Su intervención para la paz en Ucrania podría parecer positiva, una vía para desatascar el conflicto, para sentar a Putin a negociar, parar la guerra, pero da la sensación que la tarea es demasiado compleja para él y todo le cansa enseguida. Si sale mal, culpará a los demás, si va bien, pregonará sus méritos, como ya hace la web de la Casa Blanca. Lo mismo en Gaza donde, bajo su supervisión, Netanyahu hace lo que quiere.

Trump,el pasado lunes, de guía por la Casa Blanca de los líderes europeos
Lo que ha trascendido de la reunión del día 18 con el presidente ucraniano y varios líderes europeos solo confirma su vacuidad. Quien dice que se parece a Elvis y por eso habla poniendo morritos se preocupó más de que Zelenski fuera con traje que de cuántos muertos ha habido en Ucrania; los menores ucranianos llevados a Rusia, cosa de las mujeres; a Macron, le dijo sobre Putin: “Creo que quiere llegar a un acuerdo. Creo que es por mí, sabes, por más loco que suene”; y concluyó que: “Creo que realmente tienen respeto por nuestro país de nuevo (los líderes europeos). Un año antes no habrían venido. Ahora nos hemos convertido en el país más atractivo del mundo. Todo el mundo quiere estar aquí”, lo que avala las conversaciones ficticias que John Carlin hace tener a Trump a veces en este diario.
Trump va a lo suyo. Con Ucrania, como un estraperlista cualquiera, quiere hacer caja, sea obteniendo licencias de explotación minera y reservas energéticas del país, sea haciendo comprar a los países europeos a EE.UU. el material militar para la defensa, al menos de entrada, 100.000 millones de dólares. EE.UU. no pagará más armamento, han dicho desde Washington. De la guerra o la paz, EE.UU. y su industria militar sacarán rédito. Y los líderes europeos tragan porque necesitan a EE.UU. y colaborar evita que los costes sean mayores. Igual que con los aranceles.
Las fotos del despacho oval distribuidas por la Casa Blanca, que han generado controversia, en que se ve a los líderes europeos como alumnos incómodos frente a la mesa del profesor, con Macron y Merz, con cara de circunstancias, y hasta con Meloni en actitud defensiva, dan pocos argumentos a los europeos para mantener la cabeza alta. Viene a la memoria esa foto del primer mandato de Trump, en el 2018, en una reunión del G-7 en que ya se las tenía con los otros mandatarios, pero entonces parecía el niño malcriado ante Merkel, mientras que ahora, se ha convertido en un abusón.

Foto que se hizo viral de una reunión del G-7 en Canadá en el 2018 con Angela Merkel y otros mandatarios lidiando con Trump
Y aquí no hay protocolos contra el bullying que valgan, nadie, por ahora, puede ponerlo en su lugar. Manda el estado más poderoso del planeta, porque además interesa a los que medran a su sombra, como los potentados que tienen suficiente dinero para dorarle la píldora a Trump, mientras le arrancan políticas a su conveniencia. Parece que solo podemos gritar como en el chiste de Eugenio: “¿pero hay alguien más?”.