A finales de julio, dio la vuelta al mundo el caso de unos amantes atrapados en un concierto de Coldplay por la kiss cam o “cámara de los besos”, una especie de ojo gigantesco que, invirtiendo el tópico del Gran Hermano orwelliano, se utiliza desde hace años en los estadios. La cámara rastrea la grada en busca de parejas y, al proyectarlas en las pantallas gigantes, las empuja a besarse. Es un juego de espejos: los espectadores se convierten en protagonistas del espectáculo.

Históricamente, las multitudes congregadas en los estadios tenían función de comparsa. Además de disfrutar del espectáculo, aplaudían a los músicos, animaban o insultaban a los jugadores. Ahora la comunión es bidireccional. Aunque el protagonismo de artistas y deportistas siga siendo enorme, también la audiencia reclama, y obtiene, el reconocimiento de su poder. Sin la masa no hay éxito ni rendimiento, no hay votos ni likes , no hay nada. Desde hace décadas la idolatría de la masa es un fenómeno social de primer orden.
Si quieres ser libre, átate los machos: nada es más caro que la libertad personal
Comenzó con la adulación del público por parte de presentadores radiotelevisivos, continuó con la búsqueda obsesiva del clickbait en la prensa digital y ha desembocado en las redes sociales, donde la masa reina: pone de moda paisajes y destinos, impone o condena restaurantes y comercios, determina el éxito o el fracaso de corrientes musicales, ideológicas o textiles. Las redes encarnan de forma irrefutable el poder de la multitud. Ninguna actividad queda a salvo de la curiosidad y el control de las masas agrupadas en las infinitas burbujas de internet.
Paradójicamente, las personas que forman parte de la masa pierden sus derechos individuales, sobre todo el derecho a la intimidad, borrado de nuestro mapa moral. Mientras actúes como célula de la multitud, como átomo de una gran burbuja, como soldado de una legión, gozarás de su poder y fiscalizarás lo que quieras. Pero ¡ay de ti si pretendes tener vida propia o singular! La masa te señalará, como hizo en el concierto de Coldplay con aquellos amantes, y enseguida te aplastará. En el mundo de hoy, si perteneces a un colectivo, tendrás fuerza y seguridad. Si tienes vocación de liberto, átate los machos: nada es más caro que la libertad personal.