Contra la impotencia

Contra la impotencia
Director de La Vanguardia

Agosto ha vuelto a ser un mes intenso de noticias, como ya viene siendo habitual en los últimos años. Este verano del 2025, sin embargo, los medios no hemos podido evitar hacernos eco de informaciones que abonan el pesimismo y que nos llevan a interpelarnos sobre la deriva de nuestra sociedad. Lo peor es la impotencia ante un mundo que permite tragedias como la de Gaza o la guerra en Ucrania. Seguramente somos mayoría los que estamos en contra de Beniamin Netanyahu o de Vladímir Putin, pero esto no es importante. Lo trascendente es lo que decida el hombre que ocupa la Casa Blanca.

Un mes en el que también el crédito de nuestros gobernantes europeos se ha dilapidado precisamente ante el poder de un Donald Trump que impone a la UE sus condiciones sobre la política de aranceles o el futuro de Ucrania. El presidente polaco, Donald Tusk, escribió un tuit demoledor al respecto: “Ahora mismo, 500 millones de europeos le están rogando a 300 millones de americanos que los protejan, de 140 millones de rusos que no han podido vencer a 50 millones de ucranianos en tres años”. El problema es que los 500 millones de europeos no reman en la misma dirección.

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Agentes del equipo emergencias atienden a migrantes rescatados del mar cerca del puerto de Arguineguin (Canarias),este agosto

Borja Suarez / Reuters

Y a nivel español, hemos comprobado cómo una falta de prevención ha provocado una gran catástrofe con miles de hectáreas incendiadas mientras los líderes de los diferentes partidos se criticaban mutuamente. Los brotes de xenofobia en algunos puntos de la geografía española y la falta de acuerdos para distribuir a los menores inmigrantes llegados a Canarias auguran los problemas que va a ocasionar la falta de una acertada y consensuada política de integración.

La ciudadanía, que tiene hoy más acceso que nunca a toda la información, asiste entre sorprendida y malhumorada a las decisiones que toman sus gobernantes, sin encontrar mecanismos alternativos para cambiar estas dinámicas negativas. A los medios nos queda el papel de ejercer de conciencia crítica, denunciarlo y no dejarnos llevar por la sensación de impotencia.

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