Tuvo que ser algún ministro quien ingenió esta cándida explicación de los fracasos de su gobierno: España creció tanto y tan rápido, que el traje se le quedó pequeño. La metáfora textil sigue vigente, porque ese es el sabor informativo que nos dejó este verano.
Cinco casos lo demuestran. El más penoso, los incendios. De la devastación salió un lamento: no hay recursos para afrontar esta tragedia. El más absurdo, la valoración que el Gobierno hace de las casas quemadas: 15.000 euros, que no dan ni para rehacer el tejado. El más reiterado, los trenes, orgullo de un país que supo crear fantásticas infraestructuras y hoy argumento para una película de nuevos ricos: el traje. Hace veinte años teníamos medio millar de kilómetros de vía de alta velocidad; ahora, son 4.000, y no hay recursos para cuidar el servicio o renovar las catenarias. El más injusto, la riqueza que deja el turismo en España, pero al altísimo precio de asfixiar los hospitales públicos, desabastecidos de recursos humanos. Y el más doliente, una de esas noticias que, por pequeñas, el humo de un incendio no deja ver: en una cárcel de Sevilla, una servidora pública fue brutalmente agredida por el recluso al que trataba como psiquiatra.

Me detengo en este suceso. La víctima pidió auxilio, pero la compañera que la podía salvar estaba tan lejos que no oyó su angustia. Tampoco había otros funcionarios que pudieran socorrerla, simplemente porque no existían. Ella estaba sola en territorio hostil y peligroso; criminalmente peligroso. El Estado o las regiones con competencia en prisiones también tropiezan con el traje: carecen de recursos para garantizar la integridad de sus servidores más sacrificados.
El único sector donde no falta ‘de ná’ es el del cuidado de los mandamases
Quiso el destino que, al mismo tiempo, Feijóo revelase que más de treinta guardias custodiaron a Pedro Sánchez en sus vacaciones. Suponemos que otro notable número de agentes velaron por la seguridad de los ministros, que son 22, y mandos institucionales. He visto coches de la Guardia Civil cuidando la vacación de un director general. Si hablamos de recursos, humanos o vulgarmente monetarios, el único sector donde no falta de ná es el del cuidado de los mandamases.
¿Les parecen demagógicas estas anotaciones? Claro que lo son. Pero la demagogia no la crea quien la describe. La crea la realidad del país.