El verano de Vladímir

El verano de Vladímir
Economista y periodista

Este ha sido el gran verano de Vladímir, de Vladímir Putin. Y el de la gran humillación europea. Primero fue la foto de Es­cocia entre Ursula von der Leyen y Donald Trump por los aranceles. Después, la cumbre de Alaska en que Trump obsequió a Putin con los más altos honores. Luego, la foto de los principales mandatarios de la UE cual alumnos díscolos sentados ante el profesor autoritario en el despacho oval, convenientemente filtrada por la Casa Blanca.

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ANDREW CABALLERO-REYNOLDS / AFP

Como europea no puedo sentir un bochorno más grande. Como española no puedo sino respirar aliviada porque Pedro Sánchez, por su enfrentamiento con Trump y su crítica a Israel por el genocidio de Gaza, no fuera invitado. Y, finalmente, los bombardeos sobre la representación de la UE en Kyiv y el pirateo del GPS del avión de Von der Leyen atribuido a Rusia. Un verano dramático para los liberales, fabuloso para los regímenes autocráticos. Y las ciudades, consolidándose como el gran bastión de la resistencia democrática. 

Ante este escenario, es imperativo que la UE reaccione. Y esto pasa, en primer lugar, por dejar de postrarse ante Trump pensando que así se obtendrá su gracia. Como advierte Daniel Ziblatt en Foreign Affairs a propósito de Weimar y el ascenso del nazismo, “la democracia se rompe a través de la abdicación” cuando se piensa que “ceder solo un poco de terreno es más práctico que enfrentarse” al líder autoritario.

La UE debe dejar de postrarse ante Trump pensando que así se obtendrá su gracia

Pero es que, además, Trump, más allá de buscar la adulación de quienes le rodean y el sometimiento de todo un país, que no es poco, no es el verdadero peligro para Europa. Lo es en tanto siga bailando al son de Putin y siga dinamitando la democracia de EE.UU., pero la verdadera amenaza es Rusia, con Putin desplegando su anhelada revancha sobre Occidente y avanzando en la reconquista del Este. 

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Por ello, la UE debe invertir ya en autonomía estratégica, forjar una alianza duradera con países como el Reino Unido, Noruega, Canadá, Japón, Australia o Nueva Zelanda. 

Y, imprescindible, abordar con emergencia la gran amenaza interior, el malestar social por el alto coste de la vida y el difícil acceso a la vivienda, que da alas a los partidos pro Putin, desde Francia hasta Alemania, pasando por Hungría, Italia o Eslovaquia. No hay alternativa. O Europa reacciona. O veremos la gran capitulación.

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