Apertura del curso político, apertura del año judicial, apertura del proceso y de los procedimientos para la presentación de los presupuestos generales del Estado por parte del Gobierno: lo que antes se entendía como un inicio, ahora se interpreta como actos de cierre, como el final de todo aquello que se intenta emprender.
La apertura del año judicial está protagonizada por un fiscal general del Estado procesado por un supuesto delito de revelación de secretos; la negociación política del Gobierno para aprobar sus primeros presupuestos, tras dos años sin conseguirlo, permanece atrapada en un laberinto de acuerdos que ofrece pocas posibilidades de éxito, y el inicio del curso político llega bajo el diagnóstico compartido por muchos análisis de que se está cerca de un adelanto electoral.

Apertura del año judicial
Los intentos de la política española de hacer compatible la apertura y cierre nos hacen pensar en la advertencia popular: “Si intentas sentarte en dos sillas a la vez, te puedes caer por el hueco que las separa”. Los partidos políticos, sin excepción, al no tener claro si comienza un nuevo curso político o finaliza, están llegando a una situación de caída de la política española que les conduce a la inacción.
Los partidos políticos están llegando a una situación de caída de la política española que les conduce a la inacción
Mientras que el Gobierno y los partidos de la oposición ven cómo se cronifica el problema de la vivienda, se consolida la crisis de la red ferroviaria y se juzgan los casos de corrupción, se deja de actuar para prepararse para afrontar un 2026 que estará marcado por la delicada situación política y económica en Francia y Alemania, que impactará en la economía española. La percepción, cada vez más extendida entre la opinión pública y los partidos, de que estamos ante una apertura fallida del curso político ya conduce a señalar que la presentación y tramitación de los presupuestos generales no son más que las de unos presupuestos electorales y que las medidas que pretende impulsar el PP en materia de inmigración abren la puerta a futuros pactos con Vox tras las elecciones generales.
La determinación del PP de acelerar la caída del Gobierno y la del Gobierno de recuperar la confianza de los ciudadanos desemboca en una suma cero: lo que gana un partido lo pierde el otro, y viceversa. La situación a la que asistimos es la de una política sin ideas, donde las iniciativas que se emprenden no tienen como objetivo resolver el problema, sino prolongarlo.
El término apertura designa inicio, comienzo, esperanza, confianza; mientras que cierre implica clausura, parálisis, desconfianza y final. Hoy la política española está atrapada entre ambas palabras.