Gimnasia para intelectuales

Septiembre, mes de buenos propósitos y planificaciones, el preferido por los gimnasios. La mayoría de los que se apunten pagarán todas las cuotas aunque no vayan nunca; la intención es hacerlo regularmente, pero al final surgirá algo y no tendrán tiempo. Eso dirán. Se les ha complicado el día, la semana, el calendario, la vida. El ejercicio, si no te gusta, no es una prioridad hasta que se vuelve necesario. Si lo odias, ya buscabas excusas para enfermar el día que había educación física. Pero como bien saben los entrenadores personales –y los fisios, y los osteópatas, y los médicos–, tarde o temprano acabarás levantando peso para poder levantarte de la silla.

18 - 11 - 2020 / Barcelona / Gente realiza actividad fisica entreno gimnasia en la zona ajardinada frente al hotel vela hotel W / Foto: Llibert Teixidó

  

Llibert Teixidó

Porque cuando por fin tengas tiempo, tendrás que dedicarlo a reparar el desgaste provocado por la inactividad. El cuerpo es lo más valioso que tenemos. Sin él, no somos nada. Pero el exacerbado culto al cuerpo hace que los que prefieren muscular la mente desprecien su idolatría tiránica. Qué futilidad preocuparse por los michelines, o la celulitis, o los brazos fláccidos. ¡Hay tantos trastornos por querer replicar la perfección de los modelos, tan poca estima por el funcionamiento de la propia maquinaria independientemente de que la carcasa sea o no la normativa!

Repetir ejercicios es aburrido, y cansado, y un poco ridículo, y sudas, y da pereza

¿Y qué sentido tiene correr tantos kilómetros para no ir a ninguna parte? Repetir ejercicios es aburrido. Y cansado, y un poco ridículo, y sudas, y da pereza. Por no hablar de los mensajes motivacionales, tan competitivos con uno mismo: logra tus objetivos, bate tus récords, sé más rápido, tú puedes. ¿Para qué? ¿Qué aporta eso? ¿Acaso leemos, reflexionamos, contemplamos el mundo con esa intención? Encima está el mito de que, en cuanto pillas el hábito, te engancha y te encanta. No es verdad.

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Más allá de las prioridades, cabe recordar que “mens sana in corpore sano”, según la sátira del poeta Juvenal. Está demostrado que la calidad de vida pasa por una buena preparación física y una buena alimentación. Y que la disciplina cuesta cuando se trata de hacer algo que no te gusta. Algunos solo lo conseguimos si lo convertimos en una obligación: comprometiéndonos con una entrenadora, bloqueando unas horas en la agenda y pagando. Estaría bien que quienes menosprecian la lectura hicieran lo mismo; les saldría más barato y más gratificante de lo que esperan.

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