¿Qué hacemos con los chicos?

¿Qué hacemos con los chicos?
Redactor jefe de Internacional

Dicen que cuando un colectivo pierde el privilegio que ha disfrutado durante años, lo percibe como una injusticia. Les estaría pasando a muchos hombres jóvenes, que ven como una agresión los avances de las mujeres.

–Ya se acostumbrarán, no hay vuelta atrás, deben asumirlo –declara ella.

Una segunda interpretación apunta que la realidad es la que es. Los niños maduran más tarde que ellas, tardan más en hacerse autónomos, sacan peores notas y se toman los estudios con menos seriedad. La cultura familiar y el mercado de trabajo corrigen esas desventajas (o las corregían).

–Hace treinta años tú habrías sido el rey de la casa –razona ella–. Eso era cuando los papás preferían un niño.

Una tercera explicación, radicalmente opuesta, es que los jóvenes de entre quince y treinta años están enfadados por razones objetivas. El mercado de trabajo valora cada vez menos sus habilidades; la edu­cación tiene un sesgo favorable a las mujeres y los medios solo hablan del avance femenino. De ser así, las redes sociales no serían el origen del malestar, sino su re­flejo y el mecanismo que lo amplifica.

–Todo eso es falso –reacciona ella–. Todavía cobramos menos y estamos lejos de la igualdad en muchos ámbitos.

Sea por esa y otras razones, los hombres jóvenes son hoy los que más cuestionan la democracia, la franja de población más reaccionaria y favorable a soluciones autoritarias. Recuerden las imágenes del último desfile militar en Pekín y verán lo masculinas que pueden ser las autocracias.

Talleres nueva masculinidad. El centro Plural de Barcelona lleva adelante proyectos de prevención y sensibilización para hombres que buscan “reflexionar sobre su socialización masculina, las actitudes sexistas que tenemos tan naturalizadas y sus impactos en nuestra vida cotidiana”. También ofrece atención psicológica a hombres que ejercen violencia para que puedan relacionarse de una manera más sana y sin violencia. Este centro fue impulsado por el Ayuntamiento de Barcelona a finales de 2021 y en su primer año de funcionamiento, un total de 2.861 usuarios participaron en las 280 sesiones organizadas. Todos sus servicios son gratuitos y de participación voluntaria.

Grupo de hombres jóvenes en Barcelona.

Archivo

¿Es este un problema particular de nuestra época? Quizás menos de lo que pensamos. El boy problem es una preocupación periódica en Estados Unidos. En los 2000, los conservadores culparon del fenómeno a la educación, que se había feminizado desde los setenta. Faltaban hombres enseñando en las aulas. Pero los datos no avalan que, con maestros hombres, las cosas hubieran mejorado. De hecho, los chicos sacan peores notas al menos desde 1914.

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En los primeros años del siglo XX el boy problem fue de una gran virulencia. Como hoy, la desigualdad era extrema, los cambios en la industria, profundos y acelerados, y las familias pobres, sin brújula. La delincuencia juvenil se disparó. Robert D. Putnam, un sociólogo que pone el énfasis en las instituciones, afirma que la crisis se resolvió en parte con la difusión de una masculinidad positiva a través de organizaciones como los boy scouts, la YMCA o la glorificación del deporte.

Los jóvenes hoy no llenan las calles. Están ocupados navegando en las redes sociales. Y la pregunta sigue siendo la misma: ¿Qué hacemos con los chicos?

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