De los años del procés nos han quedado a todos algunas herencias, como el típico piso que hay que vaciar, lleno de trastos. Una de ellas es toda una nómina de profesionales del humor curtidos en aquellos tiempos espídicos que ahora no dan abasto. Tienen dedos en todos los pasteles, de manera que quien guste de sus servicios puede disfrutarlos en modo 24/7 en la medioesfera catalana. Por las mañanas y por las tardes en las muchas secciones y programas de radio que les encargan, en la tele, ya más tarde, y a cualquier hora del día en podcasts y en X, que aún dinamizan, ajenos a la espantada general. La industria editorial también les ha abierto las puertas de par en par.

Apoyo a la flotilla en Túnez, el pasado miércoles
A pesar de estar tan ocupados, o quizá por eso mismo, hay en ellos –el masculino es intencionado, son hombres en su mayoría y en todo lo que hacen se destila una especie de camaradería varonil– un resquemor, un tono de constante exasperación, de señor enfadado con el mundo.
Y en los años que han pasado trabajándose su hegemonía han perfilado su corpus ideológico, más hermanado con el humor antiwoke y neorreaccionario, que tan bien funciona en Estados Unidos, de lo que les gustaría reconocer. A veces tienen que hacer equilibrios difíciles para seguir pareciendo vándalos de la comedia, gamberros antisistema cuando están tan claramente incrustados en el sistema, pero, por lo general, van salvando bien esas contradicciones porque tienen un amplio público que los encuentra desopilantes.
Si hay alguien que represente todo lo que rechazan y que caliente de verdad a sus seguidores es la exalcaldesa de Barcelona
Hay palabras que les hacen muchísima gracia – neurodivergencia, poscolonial – y, la mayoría, aspiran a representar una especie de sentido común, un lugar de encuentro, porque creen que en el fondo todo el mundo piensa un poco como ellos. O al menos todo el mundo que cuenta.
El último filón que han encontrado para producir contenido es la Global Sumud Flotilla. Es decir “flotilla” y ya tienen el chiste hecho. Claro que la mera presencia de Ada Colau en un barco ya les facilita el trabajo, porque si hay alguien que represente todo lo que rechazan y que caliente de verdad a sus seguidores es la exalcaldesa de Barcelona. Greta Thunberg también les pone bastante.
Nadie vendrá aquí a poner justo ese límite al humor. Que rían, claro. En realidad, resulta muy práctico y revelador, porque nada expone tanto como la risa.