Cada día aprendes algo nuevo, en esta década atroz y demasiado estimulante. Acabamos de enterarnos de lo que son los groypers, uno de los muchos subgrupos que forman el entramado de la ultraderecha estadounidense, en este caso la ultra-ultraderecha.

Los groypers han saltado a los medios generalistas porque Tyler Robinson, el presunto asesino de Charlie Kirk, podría estar relacionado con ellos, aunque nada está confirmado aún. Liderados por Nick Fuentes, otro agitador digital de hombres jóvenes con pulsiones violentas, los groypers consideran que Trump y gente como Charlie Kirk no tienen un discurso lo suficientemente radical, los ven tibios. Creen que no son tan racistas como deberían, y difieren en asuntos como Israel, porque los groypers son antisemitas.
Vox y Ayuso llevan al PP a posiciones cada vez más enconadas en inmigración
El método de este grupo, que debe su nombre a un meme, consiste en presentarse en los actos que protagonizan figuras del movimiento MAGA, por ejemplo, en campus universitarios, y liarla con intervenciones y preguntas que fuerzan al ponente a posicionarse. En un vídeo grabado esta primavera en un college se puede ver a un joven groyper preguntar al influencer de fitness masculinista y exagente del ICE Myron Gaines qué opina de las “falsas tradwives ”, quienes, dice, por mucho mensaje conservador que vendan, siguen “infectadas por el feminismo”. Al final del diálogo entre ambos, los dos han movido su discurso a posiciones tan bochornosamente misóginas que a su lado Pilar Primo de Rivera parece feminista de la primera ola.
No hace falta irse tan lejos, en millas y en postulados ideológicos, para comprobar una regla de la física política que nunca falla: siempre te pueden empujar más a la derecha. El verano ha dejado varios ejemplos de cómo Aliança Catalana arrastra a Junts (que, en general, nunca había estado tan cómodo en su papel de partido que defiende los intereses de las élites, ahora ya sin complejos) y de cómo Vox y la facción ayusista llevan al PP a posiciones cada vez más enconadas en materias como la inmigración. Mecido por sus groypers castizos, tipo los jóvenes que cantan “Pedro Sánchez, hijo de puta” en las fiestas mayores, tenemos a Feijóo cantando el limón limonero y hablando de extranjeros que vienen a violar. Y todo provocaría risa y pena si no diese, más que nada, miedo.