Venezuela, la última diana de Trump

Venezuela, la última diana de Trump
News Correspondent

La tensión entre Estados Unidos y Venezuela –países que no tienen relaciones formales desde el 2019– está aumentando, a raíz del despliegue militar estadounidense en el mar Caribe con el argumento de combatir el narcotráfico. Es el pretexto usado por la Casa Blanca para ordenar el ataque a tres lanchas venezolanas (hasta ayer) que supuestamente transportaban droga, y que causó varias víc­timas mortales, unas ejecuciones extrasumariales en aguas in­ternacionales. Venezuela es la última diana en la lista de objetivos contra los que Donald Trump mantiene una cruzada. El martes, el presidente afirmó que EE.UU. Había atacado una nueva embarcación en el Caribe que, dijo, estaba implicada en el tráfico de drogas. Es la tercera lancha bombardeada en un mes y en ninguno de estos ataques la Casa Blanca ha presentado pruebas de que se trataba de narcolanchas que transportaban drogas.

EE.UU. Ha desplegado una gran operación militar en el Caribe, cerca de las costas de Venezuela, presentada como una acción antinarcóticos en contra del Tren de Aragua, designado “organización terrorista” por la Administración Trump en febrero, y el Cártel de los Soles, una supuesta banda dedicada al narcotráfico que, según Washington, implica a altos oficiales y exoficiales de las fuerzas armadas de Venezuela y está encabezada por el presidente Nicolás Maduro. Caracas niega las acusaciones y acusa a Trump de usar el narcotráfico como una excusa para “atacar a Venezuela” e impulsar un cambio de régimen.

Desde que volvió a la Casa Blanca, Trump intensificó la lucha contra el tráfico de drogas y prometió disminuir la cantidad de narcóticos que entran en el país. Y enmarca los operativos habidos contra embarcaciones procedentes de Venezuela en ese combate. Sin embargo, de Venezuela sale una cantidad muy baja de droga –el 5%, según la ONU– comparada con otros países de su entorno, como Colombia o Ecuador.

Los ataques de EE.UU. A supuestas narcolanchas venezolanas despiertan serias dudas jurídicas

Utilizar la fuerza militar para atacar barcos civiles tripulados marca un antes y un después en la lucha contra el narcotráfico. La práctica usual de EE.UU. En estos casos era interceptar las embarcaciones, detener a los tripulantes y decomisar la carga. Han surgido ya congresistas y expertos que creen que Washington puede haber violado el derecho internacional, aludiendo a la convención de la ONU sobre el derecho del mar. Si bien EE.UU. No es signatario de dicho acuerdo, los asesores legales del hasta ahora Departamento de Defensa (ahora de Guerra) siempre han sostenido que se debería actuar en coherencia con las disposiciones de dicho convenio. El narcotráfico no es un delito punible con la muerte en EE.UU., y el Congreso no ha autorizado una guerra contra los cárteles.

La designación de esos cárteles como organizaciones terroristas es el argumento de EE.UU. Para utilizar la fuerza militar contra embarcaciones que supuestamente transportan estupefacientes con destino a ese país. Es decir, el Gobierno puede alegar que la operación es en defensa de la seguridad nacional porque esas lanchas son presuntamente operadas por una organización que considera como terrorista, como es el Tren de Aragua. EE.UU. No piensa detener estos operativos, como lo demuestra el envío de una flota al Caribe que incluye un grupo anfibio, destructores, un crucero lanzamisiles, aviones y un submarino. Es el mayor despliegue desde la invasión de Panamá en 1989.

Pero a nadie se le oculta que el objetivo final de esta operación es desestabilizar y tratar de provocar la caída del régimen venezolano de Nicolás Maduro. Trump le ha calificado de “dictador” y ha ofrecido 50 millones de dólares a quien facilite información para poder capturarlo. La creciente tensión ha generado una guerra psicológica que busca hacer creíble la amenaza contra el presidente venezolano y ejercer presión dentro de su círculo. Muchos analistas ven una operación psicológica que trata de intimidar e incentivar a los militares a través del miedo para que echen a Maduro del poder.

La Casa Blanca aumenta la presión contra el chavismo buscando la caída de Nicolás Maduro

La existencia de un enemigo exterior, y en especial si se trata del “imperialista Tío Sam”, le sirve al líder chavista para intentar cohesionar a sus fieles y cerrar filas, dejando en segundo término los problemas económicos y sociales del país. El chavismo presume de estar preparado para enfrentar una hipotética agresión estadounidense, ha desplegado tropas por todo el país y alista milicianos. La tensión entre Washington y Caracas ha cogido a la oposición venezolana atomizada y condicionada por la persecución y la clandestinidad, por lo que poca presión puede ejercer sobre el régimen. Lo cierto es que sobre el terreno y en el discurso político el conflicto ha escalado varios grados e incluso el fantasma de una intervención militar estadounidense sobrevuela esta crisis.

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