María, ucraniana, lleva una quincena de años en España y ha evitado su país de origen desde la invasión de Rusia, pero este verano fue a visitar a su hermano enfermo y a los hijos que residen allí. La vida allá es insoportable, cuenta. En Kyiv, muchas noches hay alerta de ataque ruso. “Avisan: van a caer proyectiles en 10 minutos”. “¿Ibais a los refugios?”. “¡Qué va! –dice–. Mucha gente ya ni se mueve de casa, piensa si te toca, te toca, qué se le va a hacer”. Sus familiares están ya como resignados, explica, pero para ella era angustioso. Y nadie tiene perspectivas de que acabe la guerra pronto, dice llorosa. Durará lo que quiera Putin, quizá mientras dure Putin.
Los líderes europeos no parecen ver tampoco mejores perspectivas. Van dando pasito adelante, cuando no hay más remedio, el menor posible, a la espera de si alguien termina el conflicto, si Putin se cansa o deja el cargo. ¿Qué pensarían al oír que el presidente ruso confía en vivir mucho aún, como comentó con Xi Jinping en un encuentro reciente? Su basta fórmula de ir reponiendo órganos que se deterioran mediante trasplantes ya fue rebatida por la directora de la Organización Nacional de Trasplantes, Beatriz Domínguez-Gil. Pero Putin comparte las ínfulas de longevidad con otros poderosos.

Larry Ellison, 81 años, CEO de Oracle y nuevo hombre más rico del mundo, es uno de los grandes inversores en investigaciones contra el envejecimiento
Qué terrible debe ser sentirse omnipotente en este mundo y saber que se te acabará
Muchos de los multimillonarios tecnológicos invierten desde hace años en la búsqueda de fórmulas antienvejecimiento: Larry Ellison, Jeff Bezos, Peter Thiel, Larry Page o Serguei Brin son los más conocidos. Empezaron en la medicina celular o la ingeniería genética y, últimamente, se suma la línea de Elon Musk de implantes cerebrales para controlar dispositivos que, quizás ayuden a enfermos, pero muchos ven como pasos hacia el transhumanismo y la inmortalidad por la fusión de cerebro y tecnología. Sam Altman o Ray Kurzweil están en este sector. Antes, el ruso Dimitri Itskov ya buscaba cómo transferir su cerebro a un ordenador.
Seguro que no les guía solo el interés de negocio; ha trascendido que muchos de ellos están obsesionados con retrasar su envejecimiento, a la espera de mejores resultados, con cirugía, dietas, suplementos nutricionales y terapias dudosas. Qué terrible debe de ser sentirse tan omnipotente en este mundo y saber que un día todo se te acabará y te irás al otro sin más. Sin nada.