La vejez, así sin más, es una abstracción cargada de eufemismos. Declinar el edadismo es casi una moda que se desparrama por todos los medios. La definición de edadismo del gerontólogo Robert Butler en 1969 ha tenido una penetración social y mediática clamorosa. Y quizá por eso, o me lo parece a mí, cada vez se habla más de la vejez, con el dudoso trato discriminatorio de los estereotipos. Viejo, tercera edad, anciano, abuelo, veterano, mayor, edad dorada…, circunloquios más propios de la publicidad y del mercado. O de una caja, un banco, una aseguradora o de negocios de prótesis y complementos sanitarios. ¿La vejez es habitar en un mundo paralelo? El edadismo lo fomenta perversamente.

Al grano. ¿A qué edad se considera viejo o vieja a una persona? Un asunto imposible, pero es un tema. Los años son una cifra, y la vejez, una actitud. Hay personas que en el gráfico de su vida han puesto un punto. O una coma. O un punto y coma. Y que viven en una permanente tarde de domingo. Con una mirada despoblada de futuro. La memoria, congelada, y los surcos del trabajo y la intemperie, arados en el rostro. Quizás enredados en recuerdos sin fecha. Y en los brazos y las piernas, la artrosis de los geranios y la transparencia de venas y capilares, como un tatuaje indeleble. El mismo color. En la mano, camino del CAP, la lista de síntomas. La impertinencia del tiempo y sus estragos.
¿La vejez es habitar en un mundo paralelo? El edadismo lo fomenta perversamente
La presencia en los medios del edadismo es creciente, y su consecuencia, discriminatoria. Las arrugas están en el alma. Tic-tac, tic-tac, es la onomatopeya del reloj y del corazón. ¡Uf! Y de la crueldad de los días y las horas aplicada a las edades, a los mayores… y a una cierta gerontofobia causada por nuestro miedo patológico a envejecer y, claro, a morir. “A tu edad…”. “Ya eres demasiado viejo para aprender cosas nuevas”. “Son los años, abuelo”. “A tu edad ya no estás para esto”. Mala leche, ¿no?
Pero son nuestros mayores, abuelos, padres, tíos… el espejo del futuro. En la foto antigua de nuestro padre tal y como seremos. Ellos son los que han hecho posible que seamos como somos. Son nuestra memoria y nuestro patrimonio. Sí, patrimonio y memoria. Formamos parte de su historia, y ellos, de la nuestra. Se habla y teoriza de la vejez y todo su hemisferio como algo ajeno, lejano, excepcional… No olvidemos que grandes obras de la humanidad nos las han legado ancianos con un alto voltaje creativo. Y, en el fondo, es el puro miedo de una sociedad edadista. Solo una sociedad que se odie o se ignore a sí misma puede olvidarlos. O ignorarlos. Digan lo que digan y hagan lo que hagan los edadistas. ¿O no?